El Carnaval extremeño tradicional no se basa en la murga gaditana ni en la comparsa brasileña. El Carnaval extremeño huye de los salones italianos y toma las calles con una tropa de jurramachos, marimantas, peleles, guirrios y zancarrones. El verdadero antruejo, el de toda la vida, es el de Aceuchal, el del Pero Palo, el de Montánchez... Y es en este tiempo cuando el ingenio ha compuesto las coplillas más zumbonas, los versos zaheridores, las sátiras y las cuchufletas de variado sentido.

Explican los folcloristas que en la provincia de Cáceres eran muy comunes los matrimonios endogámicos entre hombres y mujeres de la misma comunidad, del mismo pueblo. Fruto de esta tradición son las coplillas y dichos populares ensalzando a las mozas del propio pueblo, como sucede en Abadía ("En Abadía / buenas mozas de noche / y buenas mozas de día") o en Ahigal ("En Ahigal, / buenas mozas y buen pan").

COPLILLAS FALTONAS Pero este aprecio de lo propio iba siempre acompañado del menosprecio de lo ajeno, es decir de las mozas de los pueblos vecinos, no fuera a ser que los muchachos se marcharan a ellos en busca de novia. Es en ese campo donde surgen las coplillas más ingeniosas, aunque también las más faltonas.

Fíjense, si no, en lo que se decía en Logrosán: "Logrosán tiene la fama / de las muchachas garbosas; / Cañamero, de borrachas; / Zorita, de escandalosas". Y hasta hubo un mozo traidor de Cañamero que tomó partido por las de Logrosán en vista de que sus paisanas no admitían a su novia logrosana. Y para más inri, versificó su traición: "A Logrosán yo me voy / a por una logrosana / que las mozas de este pueblo / parecen yeguas serranas".

Desde luego, el folclore más rico es el de los pueblos que para destacar a sus mujeres se mofan de las vecinas. Vean: "En Jaraíz hay buen vino / en Garganta, buena planta; / y en Pasarón, buenas mozas / si no fueran tan borrachas.". Donde no se andaban con lindezas era en la zona de la sierra de Montánchez. Hay una copla que dice: "Arroyomolinos, lino; / Montánchez, las patatas, / y en Alcuéscar buenas mozas / si no anduvieran descalzas." O esta otra tan contundente: "Montánchez, corral de cabras; / Valdefuentes, de cochinos; / y el que quiera ver pendones / que vaya a Arroyomolinos.".

Esta literatura tan popular y carnavalera no entra a valorar a los hombres, sólo pone en solfa a las mujeres y la figura preferida para la mofa es el símil animalesco: "De Abertura, / ni mujer ni burra; / y si puede ser, / mejor burra que mujer... En Santibáñez, / mal vino, malas mozas / y mal alcalde... Ni buey ni vaca, / ni mujer de Valdecañas... En Brozas, / ni vaca ni moza... De Segura, / ni mujer ni mula...".

Una ironía más sutil esconden estas rimas hurdanas: "No te cases en Casares, / que dicen las casareñas / que el que se casa en Casares / es como el que va a la guerra". Y de Casares de Hurdes a Casar de Cáceres: "Las mocitas del Casar / son guapas, pero sin dientes, / por beber el agua fría / y comer calbotes calientes". Llama la atención la facilidad con que el folclore popular generaliza los calificativos: "Astutas, las de Mohedas; / brujas, las de La Pesga; / las de Cerezo, paño tendío ; / y las de Palomero, mu recogío ".

Sin apartarnos de esta tradicional ojeriza entre unos pueblos y otros, repasamos los particulares gentilicios con que los habitantes del sur de la provincia de Salamanca, en la comarca de El Rebollar, obsequian a sus vecinos de Gata. Zarabatus llaman a los de Valverde del Fresno y Eljas, mataviejinus son los de San Martín de Trevejo, a los de Gata les dicen matanchinis, a los de Cadalso, falsus y los de Robledillo de Gata y Descargamaría son, respectivamente, brutus y panzonis.

Para acabar este recorrido jocoso y carnavalesco, nada mejor que recordar algunas coplas lascivas de Extremadura que recogió hace años en un interesante trabajo la profesora Carmen Galán. Son composiciones que, dado su carácter obsceno, raramente aparecen en las antologías de los folcloristas, pero hoy es domingo de piñata y nos podemos permitir ciertas libertades.

Estas rimas rondan alrededor de tabúes como el culo: "En el ojo del culo / tengo un piojo / cada vez que me peo / le salto un ojo". Y no faltan, naturalmente, las que mezclan el clero con el sexo, tema muy socorrido del folclore popular extremeño. Lean ésta: "El cura de Romangordo / duerme en el suelo / porque ha roto la cama / con el ciruelo". Y ahí va la despedida, que ya llega la cuaresma: "Mi abuelo estaba meando / a la vera de un convento. / Salió una monja rabiosa / y le mordió el instrumento".