Acaba en Mérida Agora, el debate peninsular . Es un buen momento para ampliar el acervo de mitos, leyendas y curiosidades que marcan la historia y el presente de la frontera más pobre de la Unión Europea. A lo largo de 1.200 kilómetros de raya, que cruzan 38 carreteras internacionales (12 de ellas en Extremadura), cuatro trenes y tres transbordadores, se suceden episodios novelescos.

El mito más romántico es el del último contrabandista muerto en acción antes de que se abrieran las fronteras. Es una leyenda que hemos recogido en Valencia de Alcántara, Ceclavín, Fermoselle (Zamora) y Calvos de Randín (Ourense). El hecho sucede en los años 60 y siempre se trata de un contrabandista valeroso, apuesto y joven que cae bajo las balas vengativas de un carabinero celoso.

Sin salir del campo legendario, es muy llamativo lo que cuentan en Miranda do Douro, en la Raya zamorana. Relatan los mayores que en una ocasión se enfrentaron los ejércitos castellano y portugués. Santiago Apóstol sobre su caballo blanco se aprestaba a ayudar a los hispanos, pero se percató de que los lusos eran apoyados por O Menino, es decir, el Niño Jesús, que, naturalmente, tenía más categoría que el apóstol. Así que Santiago se retiró del campo dejando que la batalla cayera del lado de los mirandeses y de su Menino, en cuyo honor y recuerdo se realizan grandes fiestas en la villa.

HABLAS RAYANAS Precisamente en Miranda do Douro se emplea una de las cuatro hablas de transición entre el castellano y el portugués. Son el mirandés, el riodonorés, también en la frontera con Zamora, y las hablas cacereñas de Cedillo y Herrera de Alcántara. Uno de los pueblos con habla de transición es Río d´Onor, que está dividido en dos mitades por la frontera. En el lado español, Rionor de Castilla, en el portugués, Río d´Onor. Lo mismo sucede en La Codosera, donde una aldea es dividida por el arroyo Abrilongo en Marco y El Marco.

Además de los pueblos dobles, están los pueblos promiscuos, aquellos que a lo largo de la historia han cambiado de nación. Además del conocido caso de Olivenza, tenemos también los de San Felices de los Gallegos en Salamanca, que fue portugués, y los de Lama d´Arcos, Cambedo y Soutelinho, que pertenecieron al ayuntamiento ourensano de Verín hasta 1864, año en que pasan a depender de la cámara municipal lusa de Chaves.

Estos tres pueblos de Ourense se entregaron a Portugal a cambio de otros tres pueblos del llamado Coto Mixto (Santiago, Rubiás y Meaus), que hasta 1864 constituían la Andorra de la Raya y ese año se hicieron españoles. El Coto Mixto es otra particularidad rayana. Hasta 1864, sus 2.695 hectáreas y sus 1.000 habitantes no pagaban impuestos, no iban a la mili, eran de nacionalidad mixta y al casarse tenían la facultad de hacerse españoles, portugueses o seguir siendo mixtos. Tenían derecho de asilo, por lo que el Coto era refugio seguro de muchos bandoleros, y disfrutaban del llamado caminho de privilexio por donde podían traficar con mercancías sin ser perseguidos.

Aún queda en el Coto Mixto un monte fronterizo de dudosa nacionalidad. Lo mismo sucede con las islas del río Miño entre Tabagón y Seixas y con el islote de A Boega, por no hablar de algunas casas portuguesas de Río d´Onor, que podrían ser españolas, de una casa de A Fontañera (Valencia de Alcántara), cuya ampliación traspasó la raya, o de las famosas Casas de la Duda valentinas.

Llama la atención lo descuidados que han sido los portugueses de las ciudades fortaleza fronterizas con la pólvora. En 1659, estallaban el polvorín y el fuerte de Juromenha, frente a Olivenza, en 1732 un rayo hacía saltar por los aires la pólvora y el castillo de Campo Maior y en 1762 (1767 según otras versiones), explotaba el polvorín de Miranda do Douro, la villa quedaba asolada y el obispo se marchaba para no volver nunca más.

Si atendemos a las curiosidades que perduran, habría que señalar el ferrocarril abandonado que une Fregeneda y Barca d´Alva con sus 20 túneles en 17 kilómetros. El valle entre Saucelle y Espada-a-Cinta, donde la Meseta desciende de 900 a 10 metros sobre el nivel del mar y surge un paraíso microclimático de olivos, almendros y naranjos. Por no hablar de detalles más conocidos como el minipuente de La Codosera, los toros de muerte de Barrancos (importados por los repobladores de Encinasola y Cumbres Mayores) o el auge del café en Campo Maior a partir de 1936 gracias a que las familias Nabeiros y Silveira no sólo levantaron tostaderos y fábricas, sino que crearon su propia red de contrabandistas.