Entre gritos de grajos, susurros de mujer. Lígia Borges sesea suavísimo y Portugal se asienta en Cáceres. Cinco meses lleva el Instituto Camoens en Extremadura y llega el momento de la verdad: maratón de lectura de literatura portuguesa, seminario sobre la radio en portugués, próxima exposición de 50 fotógrafos españoles y portugueses, estreno de un entremés luso, ciclos de cine y de documentales en mayo y junio, exposición de arte contemporáneo portugués en otoño...

En un tercer piso sin ascensor, Lígia Borges cavila y actúa. Allá arriba, donde el palacio de la Generala se hace matacán y las ventanas te empapan de piedra y luz, Cáceres acoge el desván de lo luso: una buhardilla coqueta y bonita llena de libros, discos, diarios y películas.

Parpadea un ordenador, repica un teléfono, hay sillas, hay mesas y hay una mujer que recibe discreta, que conversa sin énfasis, pero a medida que avanza la mañana, se transforma, irradia una energía inesperada y acaba convenciéndote de que si ella cree en lo que dice, tú debes secundarla sin titubear.

AMAR LOS CALLOS Los habitantes de Lyon, Caen, Oporto y Florencia son tripeiros , es decir, amantes de los callos, y dicen que quien come callos con deleite, es capaz de cualquier cosa. Lígia es de Oporto, tiene 27 años y es hija única. Su padre es arquitecto, su madre, traductora y ella, tras licenciarse en lenguas y literaturas modernas y trabajar un par de años como profesora, también fue capaz de cualquier cosa: se marchó a Ciudad de Méjico con 25 años para difundir allí la cultura y la lengua portuguesas a través del Instituto Camoens.

Tras vivir en una capital de 28 millones de habitantes, compuso un escorzo vital y acabó en una pequeña ciudad de provincias con el encargo de poner en marcha la segunda sede española del Instituto Camoens. Y aquí la tenemos: en Cáceres, viviendo en San Blas, acompasándose a las costumbres locales y escribiendo su cotidianeidad en un folio empedrado llamado parte antigua: las noches del Aldana, los conciertos del Corral de las Cigüeñas, las tapas del Puerta de Mérida, el folk del Lancelot, las copas de la calle Pizarro, algo de cine, algún espectáculo en el Auditorio y, de vez en cuando, una escapada a Oporto para reencontrarse con la familia.

Lígia exprime los encantos de Cáceres, pero no puede encariñarse demasiado con la ciudad porque sabe que cada cuatro años ha de cambiar de destino para no adocenarse y refrescar ideas y proyectos. Aprovecha los fines de semana para viajar por Extremadura y no se esperaba el interés de la región por todo lo portugués. "Se ha acabado ya el tiempo de estar de espaldas", sentencia.

Después muestra su sorpresa agradecida por el trabajo impecable del Gabinete de Iniciativas Trasfronterizas, por la colaboración del Ayuntamiento de Cáceres, por el interés del vicerrector Segundo Piris, por el trabajo del catedrático de Portugués de la Uex, Juan Carrasco, por la cooperación de la cacereña Esther Paz, alumna becada por el Camoens que colabora con ella.

Desde su atalaya palaciega, Lígia muestra los poderes del lusismo en Extremadura: "Es cierto que ésta es la región del mundo donde más crece el interés por la lengua portuguesa. Cuando llegué a Extremadura, había 12 institutos de Secundaria que ofertaban portugués como segunda lengua, también se estudia en colegios de Primaria (Cedillo, Olivenza), se imparte en todas las escuelas de idiomas y si hubiera más plazas, más se matricularían. En Turismo hay 250 matriculados en portugués y a las clases que imparto en la facultad de Filología acuden estudiantes de Informática, Veterinaria, Derecho...".

Sin embargo, le sorprende que en Cáceres no se vendan periódicos portugueses, que sí se pueden encontrar en Badajoz o en otras ciudades de regiones fronterizas. En la sede del Centro de Lengua Portuguesa de Cáceres se imparten también cursos diversos como uno intensivo sobre portugués médico-sanitario que tiene 21 alumnos y es de suma importancia por un detalle: a partir de ahora, los profesionales españoles que quieran trabajar en la sanidad portuguesa habrán de presentar un certificado de dominio de la lengua del país.

Lígia cree que Cáceres tiene muy buena imagen en Portugal. "Cuando invito a escritores portugueses, siempre se muestran muy contentos por venir a esta ciudad tan bella. El problema es que por Cáceres no se pasa, hay que venir ex profeso. Creo que la gente no sabe lo que se pierde".