TMtoctezuma es un barrio de Cáceres semejante a otros barrios de otras ciudades universitarias: muchas familias de clase media y muchos pisos alquilados a estudiantes. Abunda, pues, una población juvenil flotante que ha atraído cervecerías, bares de montaditos y multitiendas, sobre todo una cuyo nombre, Deseos, resume perfectamente la esencia de Moctezuma: el ansia, la ilusión, la esperanza... el deseo. Al anochecer, se ven por las aceras grupitos de estudiantes que charlan con mucho aspaviento, yo diría que casi con desesperación. Cuando paso por allí, me voy quedando con retazos de sus conversaciones y me llama mucho la atención que el tema predominante sea la irritación por el reparto de las labores domésticas. Es decir, una chica se desgañita (a veces, también un muchacho) criticando a una compañera de piso porque ni friega, ni lava, ni limpia, ni cocina y sentencia: "Estoy harta, la próxima vez o se va ella o me voy yo".

Recuerdo que hace muchos años compartí con un amigo tres años de internado en Zamora, dos años en el mismo colegio mayor de Salamanca, del que nos expulsaron a ambos con el mismo pretexto político, y dos años en el mismo piso hasta que él dejó de fregar, lo echamos y rompimos las relaciones tras siete años de amistad. En un piso de estudiantes se aguantan la envidia, la avaricia y hasta el engaño, pero si no lavas, se acaba la convivencia. Por eso no entiendo cómo hay millones de mujeres que soportan a sus maridos a pesar de que en casa no dan un palo al agua.