Su mente está en las nubes, pero sus pies pisan firmes sobre la tierra. Rosa García-Malea soporta sobre sus hombros, como si de su paracaídas se tratara, la presión y la responsabilidad de ser la primera mujer en España que pilotará aviones de combate. Después de un intenso periodo de formación, despide el curso en la Escuela de Caza y Ataque de la Base Aérea de Talavera La Real (Badajoz), a la espera de que le den el despacho de teniente.

Esta almeriense de 26 años reconoce que el hecho de ser la primera le ha supuesto "una responsabilidad añadida, me he sentido en el punto de mira, sobre todo de los medios de comunicación", señala.

Aunque inició los estudios de Arquitectura Técnica tenía claro que su pasión era el Ejército y su prioridad los aviones, por lo que dejó esta carrera para prepararse y entrar en la Academia del Ejército del Aire, lo que le costó tres intentos. Ingresó en el 2003 y pertenece a la 58 promoción de la escala superior.

Después de cuatro años en vilo, pendiente de evitar ´la baja en vuelo´, de trabajar para aprobar exámenes y luchar para aprender a pilotar el C101 de la Patrulla Aguila y el F5, Rosa consiguió su objetivo, "ahora no me veo en otro ejército que no sea éste, ni me veo en tierra y sin volar". Aunque reconoce que esto "no es fácil ni para un hombre ni para una mujer".

Rosa no ha necesitado músculos para tirar de una avión que precisa de bastante fuerza física, sólo ha necesitado "querer y tener mucha fuerza de voluntad". También, tener la cabeza en su sitio, porque para pilotar un avión de combate "se requiere mucha rapidez mental, muchos reflejos, anticipación, y tener la capacidad de estar pensando mil cosas a la vez en un segundo, y hacerlas". Algo que no es ajeno a las mujeres.

Se muestra cauta y prudente a la hora de opinar sobre el Ejército. "Todavía no he conocido ni la mitad de lo que me queda por ver, sólo he estado en la academia", señala.

Esta almeriense asegura no haber tenido ningún problema con sus compañeros, "me tratan demasiado igual que a ellos, cuando no lo soy, soy una mujer". En este sentido sostiene que "somos totalmente diferentes", por eso cree que en las pruebas físicas no se deberían pedir las mismas marcas a las mujeres que a los hombres, "fisiológicamente no somos iguales, mientras que una se está matando a entrenar para poder sacar un cinco, el hombre saca con tranquilidad un ocho, creo que no es justo".

Esta alférez-alumna se ve pilotando un avión de combate, sin renunciar a una familia y unos hijos, y reconoce que la idea de la guerra no le supone ningún problema de conciencia, "aunque no se comenta entre nosotros, ni lo hablamos, en el fondo todos lo tenemos en la mente, sabemos para lo que estamos siendo entrenados".