TTtendrían que estar prohibidos, pero ahí siguen, dando su opinión aunque nadie se la pida, ejerciendo de tertulianos espontáneos en cuanto se juntan dos o tres personas. Normalmente no son especialistas en nada, o lo son en algo tan general que no tiene ni nombre, y desde esa atalaya lanzan sus opiniones a diestro y siniestro, presumiendo de una oratoria que no se parece en nada a la de verdad. Aquí van algunos ejemplos: En primer lugar decir . O también, en primer lugar, agradecer (pero qué le ha pasado al pobre quiero o me gustaría, qué manía la de usar infinitivos al principio). Normalmente empiezan sus frases con un bueno... que no conduce a nada, salpican la intervención con algunos en base a, a nivel de, bajo mi punto de vista y varios ¿me explico? o ¿me entiendes? que acaban mareando.

Son los listos. Todos tenemos uno muy cerca, ya sea en la familia (quién no tiene un cuñado o un primo listo), en el trabajo (compañeros y jefes listísimos), y amigos que parecen captar al vuelo cualquier gilipollez lingüística que venga de fuera o a través de la tele.

Los listos, qué listos son. Escúchenlos. Ahora les ha dado por reírse de los que han invertido sus ahorros en lo del Forum Filatélico. Y se parten. A quién se le ocurre, dicen. Quién invertiría en sellos, hombre, por Dios. Y se les llena la boca de su sapiencia. Hoy toca economía, pero mañana serán expertos en educación, y pasado en fútbol. Son los que después de la catástrofe aparecen solo para darse el gusto de pronunciar el famoso te lo dije .

Cada vez hay más. Las autoridades tendrían que prohibirlos. Ellos sí que son perjudiciales para la salud.