"Hay que felicitar a Brasil por la forma en que preserva su medio ambiente", dijo con desparpajo Jair Bolsonaro. El presidente no tiene dudas, ni siquiera el humo que se propaga por los cielos de los estados de Mato Grosso y Mato Grosso del Sur lo devuelve a la realidad. Las autoalabanzas se escucharon en medio del desastre ambiental en el Pantanal como se conoce ese bioma con una superficie de 2,2 millones de hectáreas. El fuego ha devorado un 22% de un territorio de 250.000 kilómetros cuadrados. Los incendios comenzaron hace unos dos meses y son considerados los mayores de la historia en esa zona que la Unesco reconoce como Patrimonio de la Humanidad.

El humedal más importante del mundo se extiende hasta las fronteras con Bolivia, Argentina y Paraguay. Cuenta con uno de los mayores ecosistemas planetarios, con 124 especies de mamíferos, 80 de reptiles, 60 de anfibios y 600 de aves. El Gobierno de la región de Mato Grosso no duda asegurar que, si bien afronta la peor sequía de los últimos 47 años, el fuego, que se replicó en 5.600 focos, tuvo un inicio intencional para "crear áreas de pastoreo para el ganado".

Bomberos y militares trabajan conjuntamente para extinguir las llamas pero concentran sobre todo sus esfuerzos en áreas privadas. Los habitantes de la comunidad originaria Baía dos Guató tuvieron que afrontar el siniestro prácticamente en soledad. El 83% de su superficie de 16.000 hectáreas fue devorada por las llamas. "Mira nuestra naturaleza, nuestra salud. Estamos expuestos a todo, olvidados por todo", le dijo al diario paulista Folha la representante de esa comunidad, Sandra Guató, de 63 años. "El fuego también arrasó dentro de mí, siento angustia".

EL ALCANCE DE LA DESTRUCCIÓN

Los ambientalistas están perplejos por lo que ha ocurrido en el Parque Estatal Encontro das Águas, que cuenta con la mayor concentración de jaguares del planeta. El fuego los hizo huir despavoridos. Pero esta vez, las llamas eran tan grandes que, indicó biólogo Fernando Tortato, los animales no encontraron muchos refugios. "Sabemos que muchos animales escapan y se refugian. Pero estamos ante una cadena. Las serpientes de agua se encuentran sin duda entre las más afectadas. Y sirven como control de población y alimento para otros animales", explicó la investigadora Christine Strusman, de la Universidad Federal de Mato Grosso.

"¿Cómo harán los guacamayos azules sus nidos naturales sin los árboles que quemaron y cómo se alimentarán sin los frutos de bocaiuva y bacuri?", se preguntó, azorada, su colega Cátia Nunes. Aseguró a su vez que los peces también se verán afectados. "Los pacus están ligados a frutas. Cómo van a hacer frente a la escasez de estos alimentos es algo que puede tener repercusiones en toda la cuenca del río Paraguay, traspasando las fronteras de Brasil".

El investigador Walfrido Moraes Tomas se ha mostrado atónito. Coordina un proyecto de investigación que intenta contar cuántos animales se vieron afectados. El método para estimar su cantidad es básicamente caminar por áreas recién quemadas y contar los cadáveres. "En la última incursión, nos asustó mucho el sonido del fuego que venía del suelo y nos retiramos", contó Strusman. Eso explica por qué la mayoría de los animales rescatados se han quemado o amputado las patas. En esta situación se encontraron dos ciervos, un jaguar, un tapir y un ocelote, quienes fueron sacrificados por la gravedad de las heridas.

EL EFECTO BOLSONARO

Las devastaciones han crecido desde que Gobierna la ultraderecha. El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) contabilizó días atrás que solo durante agosto fueron destruidos 1.359 kilómetros cuadrados de la foresta de la Amazonía, frente a los 1.714 kilómetros cuadrados récord de agosto del 2019. A lo largo de los primeros ocho meses del 2020 se perdieron allí 6.099 kilómetros cuadrados. El propósito siempre es el mismo: expandir las actividades agropecuarias.

"Bolsonaro desmanteló la gestión ambiental, persiguió a los inspectores, protegió a los madereros y quiso inventar cifras de deforestación. Recientemente, atribuyó los incendios a la población indígena y a la generación espontánea. Simplemente no mostró mucho interés en combatir el fuego. El presidente se complació en celebrar los resultados de su propia omisión", señaló el analista Bruno Boghossian. Pero además, el Gobierno ha decidido cortar un 4% los fondos del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) previsto para 2021.