Cuatro millones de habitantes evaporados; o huidos o atrincherados ya al abrigo de los colchones apilados delante de las ventanas o pegados con celo a los televisores. Calles desiertas, estaciones de servicio con las mangueras desconectadas, tiendas con las vitrinas tapadas, el centro de Houston lleno de sacos de arena para evitar inundaciones.

Jueves, siete de la tarde (dos de la madrugada del viernes en España). Aún hay que esperar un día antes de que comience el diluvio, la furia de los vientos. Parece que el auténtico Gran Miedo sólo se sentirá el sábado hoy por la mañana, pues el Rita ha perdido velocidad. Por ahora, la temperatura ronda los 40 grados centígrados.

Desde el interior, nuestra casa, con las ventanas cubiertas con planchas de madera, parece un ataúd. He limpiado todas las papeleras, los barreños y los viejos bidones y he recuperado de la pila de reciclaje las botellas vacías: mañana pienso llenarlas de agua, al igual que la bañera. Dicen que en cuanto el huracán toque la red eléctrica cortarán el agua. ¿Quién sabe cuánto tiempo habrá que permanecer aquí después de que pase el Rita ?

Si la casa sigue en pie, habrá que arreglar los daños urgentes. Si queda hecha pedazos, tendremos que esperar a que baje el nivel del agua alrededor de la universidad para ir a buscar las cosas que hemos guardado allí. Entonces tendremos que evacuar hacia Nebraska, donde está la familia. Casi la mitad de nuestros vecinos han decidido quedarse. Sus existencias son similares. Confiamos en la solidez de nuestras casas, ubicadas en el el barrio de época que sigue en pie desde hace más de un siglo. Estas estructuras han sobrevivido a varios huracanes, ¿por qué no habrían de hacerlo esta vez?

Mientras esperamos nos paseamos por los alrededores, por las calles desiertas. Al sur de Main Street, se ha decidido no vender más billetes de autobús: es inútil, dicen los empleados, los autobuses ya no pueden circular por las autopistas atascadas. Grupos de personas con niños y maletas regresan refunfuñando. Deberían estar contentos, pues la situación en las carreteras es de pesadilla. Oficialmente, un millón de personas han evacuado la ciudad.

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