La superpoblación de cotorras está empezando a ser peligrosa. El rápido aumento de estos ejemplares ha levantado la alerta en oenegés medioambientales y en la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla), una entidad especializada en el control de plagas a nivel urbano. Según esta organización, en los últimos años se ha constado un descenso en otros tipos de especies, mientras que los ejemplares de cotorras han aumentado.

En España habitan unas 27.000 ejemplares, según los datos de SEO BirdLife, la Sociedad Española de Ornitología. Casi la mitad de estos animales viven en Madrid. En Barcelona su presencia llega a los 6.500 ejemplares censados. Un estudio elaborado por esta misma entidad, la cotorra argentina es una amenaza para la fauna y flora autóctona de la zona en la que habitan.

Las cotorras argentinas (ejemplar más común) son las causantes de importantes daños a su alrededor si su presencia crece de manera no regulada. La condición de especie invasora las convierte en animales dañinos para el ecosistema en el que se hallan, afectando a la higiene ambiental y a la propia convivencia con otros especímenes. Este perjuicio se produce al no ser animales autóctonos. Es decir, son ejemplares que se reproducen en áreas diferentes de su distribución natural. Las cotorras no comenzaron a habitar en tierras europeas hasta hace unas tres décadas. Desde 1986, cuando estalló su popularidad como animal de compañía, y hasta el 2005, cuando se acabó la importación de aves silvestres en el territorio de la Unión Europea, entraron en España unas 190.000 cotorras de manera legal.

El Gobierno central declaró en el 2011 este tipo de ave como especie exótica invasora, por lo que prohibió su comercio por el estropicio que provocan en la fauna local. Esta categoría obliga a las administraciones a prevenir su expansión, controlando sus poblaciones o eliminando ejemplares. Sin embargo, SEO BirdLife denuncia que no existe una estrategia para controlar el crecimiento de las cotorras, aunque alega que tampoco es excusa para que las comunidades autónomas no adopten medidas para las que sí son competentes. La entidad dice que algunas ciudades han emprendido como mucho acciones puntuales. En Barcelona, el ayuntamiento cuenta con un protocolo para retirar nidos situados en árboles y palmeras. Este operativo, a realizar antes de iniciar el mantenimiento del arbolado, es meticuloso. Primero, se detecta si hay riesgo de caída y se retira el nido. En caso de que se encuentren polluelos o huevos, estos son transportados a un centro de recuperación.

Como si de jabalís se tratase, las cotorras se adaptan a un ecosistema en concreto siempre y cuando se encuentren cómodas en él. En el caso de los núcleos urbanos, estas aves tropicales han aumentado en número gracias a la facilidad que tienen a la hora de encontrar comida, pero también a la ausencia de depredadores, papel que han comenzado a desempeñar ellas mismas al afectar de manera negativa en la presencia de otras especies. Según datos de Anecpla, las colonias de gorriones han decrecido en torno a un 7% en toda España mientras que, en Sevilla, la presencia de murciélagos autóctonos ha disminuido frente a la presencia de cotorras Kramer.

El abandono por parte de particulares también es un causante más en este rápido crecimiento de cotorras. Algunas personas adquieren un ejemplar para tenerlo como mascota, pero se acaban cansando por los altos cánticos de estos animales. De esta manera, y con la facilidad que tienen para conseguir comida y la ausencia de animales que acechen su existencia, las cotorras no mueren al ser abandonadas, sino que, como demuestran varios estudios, están ganando terreno a otras especies.

Causante de enfermedades

A parte de los deterioros a nivel ecológico, este tipo de ave también perjudica a la agricultura. En concreto, las cotorras afectan negativamente en cultivos de tomate, maíz, membrillo, pera, caqui y ciruela claudia, según un informe del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (MCNB), encargado de realizar un seguimiento del crecimiento de las poblaciones de las cotorras.

Este tipo de ave también podría provocar riesgos en la salud humana al actuar como vectores de patógenos. Según Anecpla, parte de la población puede desarrollar pneumonitis, una afectación pulmonar producida por la inhalación de sustancias orgánicas, como pequeñas partículas de pluma o de la piel. No obstante, la entidad asegura que solo un 4% de la población padece este trastorno. Según datos del MCNB, Barcelona sufrirá en el 2025 una plaga de 10.000 ejemplares si no se regula a tiempo.