Las llegadas irregulares de migrantes a España han experimentado un descenso del 35,4% en lo que va del 2020 con respecto al año 2019, según se puso de manifiesto el viernes en una reunión de coordinación de las actuaciones en materia de inmigración irregular presidida por el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez. En el encuentro participaron los máximos responsables de la Policía Nacional y la Guardia Civil en control de los flujos migratorios así como los delegados y subdelegados del Gobierno en las comunidades y provincias de llegada y representantes del Ministerio de Política Territorial y Función Pública.

Según indicó el Ministerio de Interior en un comunicado, las llegadas irregulares a España descendieron un 49,4% entre los años 2018 y 2019, mientras que este año 2020 han registrado una disminución del 35,4% con respecto al año anterior.

El secretario de Estado de Seguridad inició la reunión, que tuvo un carácter mixto --presencial y por videoconferencia--, dando la bienvenida al general de división de la Guardia Civil Juan Luis Pérez como nueva Autoridad de Coordinación de las actuaciones para hacer frente a la inmigración irregular, puesto para el que fue designado el pasado 30 de mayo.

«Es necesaria una acción conjunta de todas las administraciones para seguir haciendo frente a una realidad que no es nueva en nuestras costas, por eso entendemos que nadie mejor que los delegados y subdelegados de los zonas de llegadas marítimas para tratar con los responsables del Ministerio del Interior este ámbito», indicó.

REGULARIZACIÓN / Por otro lado, la pandemia ha «acelerado» o «consolidado» algunas tendencias ya existentes en el ámbito de la movilidad humana como la situación de precariedad de los migrantes y la «urgencia» de su regularización, según el documento Flujos Migratorios en el Mediterráneo: causas, políticas y reforma, presentado el jueves en un evento online organizado por la Fundación Alternativas.

«La crisis del covid-19, más allá de su carácter inesperado y disruptivo, no ha traído consigo nuevas realidades, sino que ha arrojado luz y puesto el énfasis sobre tendencias en el ámbito de la movilidad humana ya preexistentes que no se han visto sino aceleradas y consolidadas por la pandemia», señala el documento.

Según explica una de las autoras del estudio, la profesora e investigadora en la Universidad Internacional de Rabat Beatriz Mesa, las personas migrantes pueden tomar la decisión de iniciar una trayectoria migratoria por razones socioeconómicas, demográficas, medioambientales o conflictuales, razones todas ellas que «seguirán existiendo y motivando movimientos migratorios a pesar de la pandemia».

En este sentido, el informe señala que la movilidad puede verse «reducida» el tiempo que dure la crisis del coronavirus, pero «en ningún caso desaparecerá».

En España, según indica, las medidas de distanciamiento social y restricción de la libertad de movimiento durante el estado de alarma han provocado que gran parte de las personas migrantes en situación administrativa irregular pierdan su empleo, con el agravante de que la falta de documentación les impide beneficiarse de las ayudas aprobadas por el Gobierno.

FRÁGILES CONDICIONES / Por su parte, según se añade, las personas migrantes en situación regular también han visto «un deterioro de su situación socioeconómica debido a las frágiles condiciones laborales que se ven obligados a aceptar: temporalidad excesiva, trabajo a tiempo parcial e involuntario, e incluso subempleo».

Además, a nivel europeo, precisa que los Estados miembros de la UE han suspendido temporalmente los procedimientos de reubicación, reasentamiento y retorno y el derecho de asilo, «precarizando aún más las condiciones de vida de miles de personas que se hacinan en campos a las afueras de Europa esperando a ser atendidas».

La segunda tendencia que se ha visto acelerada es «la necesidad y urgencia» de abordar la cuestión de la regularización de las personas migrantes. En todo caso, subraya que esta no debe interpretarse en «clave utilitaria», es decir, alegando que la falta de mano de obra actual en determinados sectores así lo exige, sino «en clave humana y social».