La riada de lodos tóxicos ocasionada por la rotura de una balsa de tratamiento minero en Hungría, junto a la localidad de Ajka, alcanzó ayer el río Danubio tras haber arrasado el cauce del Torna, el arroyo cercano al lugar del desastre. Las muestras recogidas aguas abajo, en la confluencia con el Danubio, "revelan un pH de alcalinidad ligeramente elevada, de entre 8,96 y 9,07, con tendencia a disminuir", según las autoridades, mientras que lo normal debería ser 7,5-8. También han aparecido peces muertos en el Danubio --"esporádicos", insisten--, aunque posiblemente han sido llevados aguas abajo desde zonas más alejadas.

El lodo procedente de la balsa, que cubrió cuatro pequeñas poblaciones y causó cuatro muertos, ha avanzado implacable en los últimos días por los cursos de agua que, en dirección al norte, conducen al Danubio: primero el Torna, luego el río Marcal y finalmente el Rába, ya junto a la ciudad de Györ. Sin embargo, a medida que ha progresado, el lodo ha perdido densidad y se ha diluido el característico color rojizo de los óxidos de hierro.

REDUCIR EL DAÑO El personal de emergencias, equipado con mascarillas, intenta reducir la alcalinidad de las aguas, el problema más inmediato. "Hemos arrojado yeso y ácido sobre el Marcal, pero ha sido en vano", asumió ayer el portavoz de los equipos, Tibor Dobson. Los vecinos de la zona extrajeron del agua numerosos peces flotantes rodeados de un olor a vinagre y con un pH alto (10,6). "Los peces están muertos y tampoco hemos podido salvar la vegetación de ribera", dijo Dobson.

La vida ha perecido por completo en el Torna y ha afectado gravemente al Marcal, pero no puede decirse lo mismo ni del Rába ni del Danubio, según el portavoz. En las orillas de la gran arteria centroeuropea, pasado Györ, seguía habiendo pescadores, como constató un periodista de France Presse. Las autoridades trabajan para que el lodo no se extienda al Danubio y cause una catástrofe aún mayor, pero la gran aliada es la dilución en el agua del Rába y luego del propio Danubio. "No esperamos afectaciones en el ecosistema del gran río", dijo en otro momento de su intervención Emil Janak, director de la empresa de aguas de la región.

Una buena señal es que en Devecser y Kolontar, las localidades más afectadas, el pH en el suelo ha bajado del 13,5, superior a la lejía, al 10, informaron las autoridades locales. No obstante toda la zona es aún un lodazal ponzoñoso. "El suelo deberá ser cambiado por completo y al menos en 13 años no se podrá plantar nada", explicó Gabor Figeczky, director de WWF en Hungría.

La carretera que comunica Ajka y Kolontar quedó anoche cortada por la policía. En la segunda localidad, devastada por el río tóxico, se rumoreó que se habían producido saqueos. Aunque la policía no lo confirmó, Figeczky consideró "razonable" que el cierre de la vía estuviera motivado por actos de pillaje.