La declaración del celador de Olot en el primer día del juicio que se sigue en la Audiencia de Girona por la muerte de 11 ancianos no deparó sorpresas. Joan Vila ratificó ayer su confesión, confirmó que era el autor de todos los crímenes e insistió en que había acabado con la vida de los residentes del geriátrico La Caritat en un acto de compasión. !Los veía sufrir y tenía que aliviarles porque los quería mucho", afirmó varias veces el acusado, que no supo explicar al fiscal Enrique Barata por qué mató de una forma tan cruel a sus tres últimas víctimas, suministrándoles lejía y un ácido desincrustante en lugar de utilizar fármacos como había hecho con las ocho anteriores.

Vila insistió en que cuando mató a los 11 ancianos, entre agosto del 2009 y octubre del 2010, no era consciente de que estaba cometiendo un asesinato y pensaba que lo único que hacía era "ayudarlos a morir". No obstante, acosado a preguntas por Rafael Berga, abogado de la acusación particular, llegó a admitir que, aunque consideraba que lo que hacía estaba "moralmente bien", también sabía que no era legal.

ANGEL DE LA MUERTE El celador de Olot se presentó ante el jurado como un ángel de la muerte que había actuado para paliar el dolor de ancianos moribundos, pero los abogados de las familias personadas en la causa le recordaron que varios de los ancianos asesinados no estaban agonizando cuando los mató y que incluso algunos de ellos habían pasado el día de su muerte tranquilamente viendo la televisión o habían celebrado unos días antes su cumpleaños rodeados de familiares.

Su versión de persona sensible, incapaz de soportar el sufrimiento de los demás, también quedó varias veces en entredicho cuando se le recordó los tres crímenes en los que empleó lejía y ácido desincrustante, como en el caso de Sabina Masllorenç. "Vi como si vomitara y que estaba mal. La vi sufrir, sufrió, sufrió. Pensé 'pobre Sabina, tener que vivir de esta manera', y no pensé que estaba cometiendo un asesinato. Cogí el vaso y se lo di para aliviarla, pero era como si no se lo diera yo. Queriendo evitar sufrimiento estaba provocando más sufrimiento", admitió.

El celador de Olot negó igualmente que hubiera mantenido mala relación con algunos de los internos en el geriátrico, desmintió que hubiera asistido al entierro de dos de ellos por morbosidad o que hubiera intentado que no se llamara a una ambulancia para atender a una de sus víctimas. Vila afirmó que era una persona "con poca autoestima" y muy "depresiva", y que por ese motivo había estado 20 años recibiendo tratamiento psiquiátrico.