THtace pocos años una película nos mostraba el drama social de la reconversión brutal y la herida social del desempleo. Basándose en hechos reales, como los telefilmes del domingo por la tarde, Javier Bardem y Luis Tosar se ponían en la piel de dos trabajadores de una empresa de astilleros que, después de haberse alimentado de ayudas públicas y tras haber explotado todo lo exprimible, decide poner el cierre y liquidar a los seres humanos como si se tratara de herramientas, enseres o inmuebles. Los hombres que inspiraron a Fernando León de Aranoa entraron en prisión la semana pasada acusados de haber destrozado una cámara de vigilancia durante una protesta sindical. Tres años es la condena impuesta por dañar algo que a buen seguro no valía más de tres mil euros y ya han dormido varios días en la cárcel asturiana de Villabona. Siempre me he preguntado lo diferente que es transgredir la ley con traje y corbata o hacerlo con un mono de trabajo, porque pocas veces hemos visto entrar en prisión a los que usan las subvenciones de todos para crear empleo y no devuelven nada cuando les interesa trasladar el garito a Singapur y dejar a miles de familias en la estacada. Cándido y Juan Manuel , que son los nombres de estos trabajadores, han cometido dos errores: el primero de ellos pagarla con un elemento de mobiliario urbano; el segundo causar un daño público, aunque de poca importancia, arropados por banderas rojas y con aspecto de obreros, porque todos sabemos que quienes destrozan el interés general desde los despachos enmoquetados y con el pelo engominado no pasan ni los lunes al sol ni los martes a la sombra. http://javierfigueiredo.blogspot.com