Un escalofrío recorrió ayer la epidermis de Barcelona. Una anciana casi paralítica y su hijo, con graves problemas de visión, fueron víctimas de un brutal homicidio a martillazos en su humilde bar, en una zona céntrica de Barcelona. Los Mossos d´Esquadra se encargan del esclarecimiento del crimen y, aunque no se descarta ninguna línea de trabajo, la hipótesis del robo es la más firme.

A los agentes les desconcierta la extrema violencia con que las dos víctimas, propietarias del Bar Joan, fueron asesinadas por unos asaltantes que solo se llevaron el dinero de las tragaperras y de la caja. Según fuentes cercanas al caso, la mujer murió a golpes de martillo, mientras que el hombre presentaba, además de martillazos, un profundo corte. Los Mossos no quisieron confirmar esos detalles.

Para Josep, de 55 años, y Maria, de 85, todo apuntaba que el lunes iba a ser una jornada normal. A las 20.30, como cada día, el hombre bajó la persiana del bar y se quedó dentro limpiándolo mientras su madre le hacía compañía sentada en un rincón. Nati, la portera de la finca, pasó por el bar a recoger el perro de Maria para darle un paseo. Al cabo de unos minutos, regresó y les devolvió el animal, llegando a escuchar como Josep le decía por teléfono a Angeles, su hermana, que estaba a punto de acabar y que ya salía para casa.

INQUIETUD DE LA HERMANA A las 22.00 horas, Angeles comenzó a inquietarse, pues ni su madre ni su hermano llegaban a casa. Llamó al bar. Una vez. Otra. No hubo respuesta. Así, que pasadas las 22.30 horas, decidió acercarse. Cuando llegó, el bar familiar en que, primero sus padres, y ahora ella y sus dos hermanos --Josep y Joan-- se habían ganado la vida las últimas cuatro décadas se había convertido en un territorio desconocido.

Charcos de sangre en el suelo, sillas y taburetes volcados, máquinas tragaperras reventadas, cristales rotos. Pero eso lo descubrió más tarde. Lo que vio fue el cadáver de su madre y su hermano. "¡Esto no puede ser! ¡Mira esta sangre!", gritó la mujer, según recuerda Nati que, al escuchar los alaridos, fue corriendo en el bar.

Al entrar, la portera se encontró con el cuerpo de la anciana, sentada con la espalda tocando la pared, frágil como un gorrión. "Estaba sentadita, la pobre. Tenía un lado de la cabeza lleno de sangre. Angeles me pidió que le tomara el pulso. Lo hice. Ya estaba muerta", recuerda, mientras las vecinas la arropan. Pero ella, retorciéndose las manos, continúa: "Josep estaba más adentro. Derrumbado encima de unos escalones, con el cuerpo ensangrentado. Tengo esa imagen grabada. Yo los quería mucho. Eran una familia maravillosa".

ZONA DE ROBOS Por la mañana, mientras los agentes de la policía científica buscaban linterna en mano huellas de los agresores, algunos clientes habituales del bar, desconocedores de lo ocurrido, iban como cada mañana a tomar el desayuno. "Yo hace 30 años que vengo aquí cada mañana", dijo un oficinista. La zona donde se encuentra el bar lleva meses siendo escenario de numerosos robos.