Las madres de alquiler, a las que se implanta el óvulo fecundado de otra mujer sin útero, no sufren secuelas psíquicas ni grandes problemas emocionales tras el embarazo o al entregar el niño a sus padres biológicos. Un equipo de investigadores británicos ha llegado a esta conclusión tras entrevistar a 34 madres suplentes un año después del parto.

La investigación, presentada ayer en el Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Asistida que ha reunido a 5.000 especialistas, ha sido realizada en el Reino Unido, país pionero en esta práctica junto con EEUU. Desde 1996, entre 5.000 y 10.000 parejas han recurrido a este método, prohibido en España y en la mayoría de Europa.

"Ninguna de las entrevistadas manifestó recelos al entregar el niño", aseguró la directora del estudio, Susan Golombok. La investigadora matizó que un tercio de las mujeres presentó leves dificultades emocionales tras el parto, pero que éstas disminuyeron con el tiempo. Un año después, sólo dos mujeres declararon sufrir trastornos ocasionales.

El 91% de las mujeres aseguraron que el motivo principal por el que alquilaron su útero fue ayudar a una pareja sin hijos. El resto lo hacía por el placer de estar embarazada, o para autorrealizarse. Sólo una lo hizo por dinero. Un total de 27 no conocían antes a los padres biológicos, y siete lo hacían a petición de una hermana, amiga o hija. Además, la mayoría de las que se embarcan en esta aventura tienen familia.