Con algunos colectivos de inmigrantes siempre ha estado muy claro el método que han seguido para penetrar ilegalmente en España. Muchos marroquís usan patera para atravesar Gibraltar; los subsaharianos lo hacen en cayuco desde la costa de Mauritania o Senegal y los ecuatorianos y bolivianos, por Barajas tras llegar con visados de turista.

En otros casos, como el de los chinos, es mucho más difícil rastrear el itinerario. El hermetismo del colectivo ha obligado a las fuerzas de seguridad a efectuar una compleja investigación en la que hubo que ensamblar pieza a pieza hasta fijar la vía china de la emigración ilegal.

¿Cómo puede un chino sin visado de entrada --ni siquiera el de turista--, sin conocer el idioma y sin poder pasar desapercibido viajar los miles de kilómetros que separan ambos países y aparecer en España? La respuesta es un método complejo y para el que usan una extensa red de contactos en países europeos.

Así, tras rastrear a varios de grupos de inmigrantes chinos a Barcelona, establecieron el modo por el que introducen a jóvenes destinadas a ser explotadas como prostitutas y de hombres para trabajar en régimen de semiesclavitud en talleres clandestinos. Primero, se les proporciona un billete de avión desde China a un país africano, cuyo visado llevan estampado en el pasaportes. Si salen con documentación falsificada, el aeropuerto de partida suele ser el de Shanghái. Pero si sus documentos son auténticos, salen de Pekín. Según Interior, el truco de ese método radica en que, aunque el destino sea un país africano, el viajero hace una escala en un aeropuerto de la UE. Los preferidos son París, Atenas y Milán.