Invitado por el taller de Diseño Gráfico de la Escuela de Bellas Artes Eulogio Blasco de la Diputación de Cáceres, Chen Baorong convierte sus clases de caligrafía china en un espectáculo digno de ver. Símbolo vivo de esta tradición milenaria que alterna con su profesión de médico en Bata, la segunda ciudad de Guinea Ecuatorial, asombra por su tranquilidad y precisión. Y es que este especialista es capaz de transformar una finísima sábana de papel Xuanzhi en una obra de arte utilizando la tinta Huimo , el pincel Hubi y el tintero Duanyan , "los cuatro tesoros de la escribanía" --como se definen en su cultura--, procedentes de diferentes provincias de China y con los que ha enseñado a la veintena de alumnos de un curso.

A sus 60 años, imparte clases de un tipo de caligrafía denominada Shu-Fa, técnica con más de 3.000 años de antigüedad en la que hay que cumplir como disciplinas una correcta postura del cuerpo, la respiración o la simple colocación de los pies. El pincel debe estar alineado con el centro de la cara y perpendicular a la mesa sobre la que se trabaja. Las letras tienen ocho trazos básicos y, con ellos, se pueden construir todos los caracteres de la caligrafía. Cada trazo tiene, a su vez, cuatro variantes. La estructura de los caracteres varía de izquierda a derecha, de arriba a abajo o en cerco.

Muy atenta a las enseñanzas del calígrafo, la profesora de Diseño Gráfico Lourdes Méndez-Germain destaca el carácter básico del curso y el atractivo para los asistentes. "Con solo mirarlo, te va relajando", subraya. Zhao Binhua, la mujer de Chen, tampoco le pierde de vista. Ambos están ya jubilados y decidieron dejar China por Guinea para colaborar en mejorar las condiciones de vida del país con un consultorio de medicina china.

Aprendiz desde niño

A pesar de sus dificultades con el idioma, este experto se esfuerza en explicar cómo aprendió desde muy pequeño, sin maestros y practicando a todas horas en casa y la escuela. Las cualidades para ser un buen calígrafo se basan "en mirar y observar mucho, tenacidad y trabajo". La relación con la medicina, su oficio, hace de esta técnica de escritura un instrumento "antiestrés".

Pero, sin lugar a dudas, lo que más sorprende de sus reflexiones radica en que la caligrafía mejora la salud y permite vivir más. "A todos los calígrafos les reporta tranquilidad, serenidad y relajación. Les prolonga la vida", asegura la mujer de Chen.

Sobre el mantenimiento de la tradición en China, este especialista recuerda que los jóvenes cada vez practican más la escritura. Una muestra de ello es el concurso de caligrafía que, cada tres años, se celebra en Pekín y al que acuden grupos de todas partes. En Cáceres un puñado de afortunados han disfrutado de un mago del pincel chino, siempre sencillo, siempre cercano.