Salvador R. L., Salva, el asesino confeso de Antonio Navarro y amante de su mujer, Maje, durante más de dos años, no sólo llevaba con él, en su inseparable mochila y como un tesoro, las cartas de amor entre él y la enfermera.

Tras su detención, entre sus efectos personales la Policía también encontró tarjetas románticas plastificadas a modo de vales-promesa entre ellos, en las que se puede leer, por ejemplo, vale por todos los besos y abrazos que desees toda la vida o vale por una cena romántica en la caravana del amor. La pareja mantuvo encuentros en la caravana familiar de Salva-.

Además, había documentos de ella que acreditan que él le llevaba trámites ante varias administraciones.