Una buena corrida de Zalduendo hizo posible, un día más, que los tres toreros abrieran la puerta grande. Festejo muy largo porque se devolvió un toro -el tercero-, y porque se pasearon las orejas de cinco astados, con las consabidas vueltas al ruedo.

Tres toreros, cada uno con un concepto diferente y cada uno con sus argumentos, siendo los de más peso los de Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera. Con mucha cabeza y un acusado sentido del temple Ferrera, con un toreo intenso y profundo Perera, y con un buen lote Castella, ante el que dio muchos pases pero pedían esos animales más.

El único lunar del encierro fue el primer toro, al que Ferrera tapó sus defectos: una embestida rebrincada y con la cara suelta pero al que, con mucha paciencia, consiguió hacer ir hacia delante. Faena larga y solvente, aunque sin brillantez.

Se desquitó con el cuarto, ante el que la muleta obraba como un imán que estaba ante él pero nunca alcanzaba. Faena muy templada en los compases iniciales, y lío al final junto a tablas, en la corta distancia. Bien rematada con la espada permitió al torero pasear las dos orejas.

El primero de Sebastián Castella rompió a bueno en la faena de muleta, que inició desde los medios con pases cambiados por la espalda. Hubo dos tandas en redondo bien rematadas para aparecer las desigualdades a medida que avanzaba el trasteo, el decir poco. Muchos pases de poco calado aunque cortó el francés una oreja ligera, tras tardar el toro en doblar y escuchar dos avisos.

El quinto tuvo suavidad en el último tercio y le instrumentó series por ambos pitones de buen concepto, hasta que el animal medio se aburrió. Siguió entre las rayas en la que fue una faena de confuso planteamiento.

Lidió Miguel Ángel Perera un sobrero en primer lugar, ante el que inició su faena de rodillas en los medios con pases cambiados por la espalda. Perera con ansias de novillero. En redondo, mano baja, dos series de mucha expresión e intensidad, muy ligadas. Una tercera engarzada, más que ligada, con eco en los tendidos. Una cuarta al natural, le costaba al zalduendo pero el temple hizo el resto. Muerte de bravo en los medios y oreja.

El más cuajado del encierro fue el sexto. Pronto en los medios en el comienzo de la faena, en ese terreno fue desgranando un toreo de mucha verdad por ligado y profundo. Toro que tuvo buenas arrancadas y completaba un excelente encierro. Hizo ademán de quererse ir cuando se sintió podido por ese toreo tan exigente, pero Perera lo aguantó en el tercio. Buena estocada y otra oreja que le permitía salir a hombros.