El maquinista del tren siniestrado en Santiago, Francisco José Garzón Amo, se mostró en todo momento destrozado por el accidente en su declaracón ante los agentes de la Brigada Judial de A Coruña, que publica hoy El País.

Fue un agente quien acercó el maquinista, con heridas en la cara, al comisario jefe de la brigada, que le preguntó qué había ocurrido. Y Garzón respondió. “Pues que circulaba a 190 kilómetros por hora”. Garzón preguntó enseguida si había víctimas mortales y afirmó hasta en cuatro ocasiones: "Con lo que he provocado, prefiero morirme”.

El maquinista se prestó voluntariamente a la prueba de alcoholemia, según los agentes, y aseguró que no había bebido. Tenía varias costillas rotas y neumotórax.

Varios pasajeros corroboraron también la percepción de exceso de velocidad del tren antes de que volcara.

El propio Garzón, que iba dando explicaciones aturdido a todo el que se encontraba, afirmó “Esto ya lo tengo yo denunciado. No se puede circular por esta vía a esta velocidad sin un protocolo”, “si pillo al de seguridad, lo mato”, “no quiero ver esto”, “cuánta gente muerta... ¿por qué no habré muerto yo?”.

Otros dos policías que trasladaron a Garzón al hospital afirman que durante el trayecto, el maquinista les comentó que “la vía donde se produjo el siniestro está habilitada para circular a 200 kilómetros por hora, si bien es de elección del conductor reducir la velocidad en ese punto, al circular por una vía libre, sin señal que limite o indique que ha de reducir la velocidad, indicando que pudo haberse despistado, circulando a velocidad excesiva”. Durante el camino al hospital, Garzón aseguró a los agentes que lo ocurrido “no había sido causado por un atentado o un sabotaje”, a la vez que se lamentaba continuamente: “Si me muriera yo... ¡Qué desgracia! ¿Qué acabo de hacer?”.