"Hacer buceo es como un viaje a un mundo desconocido". Así es como explican Maite Rojo y Lucía Mateos la sensación que experimentan cada vez que se ponen el traje de neopreno y están debajo del agua. Y es que el buceo, ese deporte tan desconocido para muchos, no tiene secretos para estas dos jóvenes que han conseguido 16 medallas en el Campeonato del Mundo disputado en Valladolid.

Pero ambas tienen sus vidas fuera de la piscina y el las profundidades. Maite, por ejemplo, es madre de dos niños, el mayor de siete años y la pequeña de tan solo diez meses. "Entre prueba y prueba le daba de comer a la niña", afirma entre risas Maite. A lo que añade: "Las rivales se quedaban perplejas cuando me veían paseando con el cochecito por el vestuario". El presidente del Club de Buceo Sonar, de donde proceden ambas, Teodoro Reveriego, bromea comentando que "estamos seguros que Maite ganó una de las competiciones porque eran las 12.30 y tenía que darle de comer a la niña". Mientras tanto, Lucía es socorrista y pasa los días de verano en las piscinas de la Ciudad Deportiva de Cáceres.

A esta dificultad hay que sumarle que no tienen piscinas disponibles cuando lo necesitan. Por estas razones ambas entrenan solas y cuando se acercan los campeonatos se preparan juntas. "Cuando queda un mes o mes y medio quedamos y nos preparamos en grupo", explica el presidente de la Federación Extremeña de Actividades Subacuáticas, Pedro Casillas.

Tanto Lucía como Maite afirman que no es tan díficil bucear. "No es agobiante", dicen al unísono. Incluso animan a que cualquier persona que quiera se anime y lo practique. "Van a descubrir otro mundo, con sonidos diferentes y nuevos", explica Lucía. A su vez, Teodoro comenta que "no se necesita una forma física especial y el equipo no es tan caro como piensa mucha gente". Pedro añade que lo caro es salir a bucear al mar. Por lo que si se busca tranquilidad, nuevas experiencias y descubrir paisajes inimaginables hay que ir bajo el mar.