Gaviotas negras, aves precursoras de la tragedia. Eso fue lo que vieron los vecinos de la Costa da Morte a primeras horas de la mañana de ayer. La mancha de fuel que el Prestige había dejado a escasas cinco millas de tierra alcanzó la costa gallega. Un cambio de viento, que de noche pasó a soplar en dirección noroeste, fue más fuerte que la marea y llevó a las playas y rocas la temida mancha negra. "Viene una ola y cuando se va deja en la arena un rastro de color oscuro", comentaba un vecino. No había duda. Lo peor acababa de ocurrir.

Las 6.000 toneladas de hidrocarburo derramados por el petrolero viajan desde los cabos Touriñán y Finisterre hacia el norte, hacia la ciudad de La Coruña, y amenazan zonas de gran valor como la laguna de Baldaio. Restos de fuel ya han aparecido de forma discontinua en un tramo de costa de unos 35 kilómetros. Los pescadores y mariscadores de la zona caían en el desánimo. "Casi no hemos podido capturar percebes este año por los continuos temporales. Ahora iba a empezar la temporada y las capturas para Navidad, que es cuando más vendemos, y nos viene esto. Es lo peor que podía pasarnos", comenta la presidenta de la Asociación de Mariscadoras de Galicia.

La gente del mar critica que no se colocaran las barreras antes de que el petróleo alcanzase la costa. No era tan fácil, según las autoridades. El delegado del Gobierno en Galicia, Arsenio Fernández de Mesa, aseguró que esas barreras deben disponerse "en el momento adecuado" ante el peligro de que se rompan si se realiza antes, como ha ocurrido ya en un caso.

Los grupos ecologistas creen insuficientes ocho kilómetros de barrera para una mancha de esas dimensiones y no entienden por qué no se hizo el trasvase de petróleo en las horas en que ayer el mar estuvo más calmado. Tampoco era tan fácil. Mover 70.000 toneladas de petróleo de un buque a otro puede llevar una semana, según indican las empresas que participan en el rescate, la holandesa Smit y la catalana Tecnosub.

SE ACERCA

Ante su llegada, las autoridades han dispuesto un contingente de 150 personas dedicadas a evacuar la fauna de la zona que pueda verse afectada. Han entrado en marcha los dispositivos anticontaminación, pero el mal tiempo les pone más trabas de las previstas. El oleaje, por ejemplo, hace que la mancha salte las barreras, que se están distribuyendo estratégicamente por la costa coruñesa para evitar que afecten a los bancos de marisco.