Las muestras emocionadas de la población de Anantapur colapsan la Fundación Vicente Ferrer. Más 50.000 personas se acercaron ayer al campus principal para agradecer con mucho cariño a la familia Ferrer su labor con el pueblo indio, como ya hicieron el viernes unas 100.000. Los momentos que se viven en la sala donde descansa el cuerpo del cooperante son de una gran emotividad y continuarán hasta el lunes, día del entierro.

Más flores, más música de flauta, más gente. Dos largas colas de varios cientos de metros, de hombres una y de mujeres la otra, avanzaban a cámara lenta bajo el sol en la segunda jornada de duelo. Querían despedir a un ser querido. Anteayer la inesperada avalancha humana desbordó por completo los preparativos. "Hoy por ayer, la afluencia es más ordenada pero no menos intensa", comentó Moncho Ferrer, hijo de Vicente, tras ausentarse unas horas del campus con motivo de las preparaciones del funeral de su padre. Gente de todos los rincones del radio de acción de la fundación, musulmanes, hindús, budistas o cristianos, comparten horas de cola para ver por última vez al Father Ferrer, como es conocido aquí. "Es una pérdida irreparable para nuestro pueblo, debemos mucho a la familia Ferrer y todos queremos mostrar apoyo y cariño", dijo Sunita mientras se acercaba al lugar donde reposa el exjesuita.

FOLGADO, SERENO A última hora de la noche del viernes llegó de España Jordi Folgado, sobrino del cooperante. El y su mujer se unieron de inmediato, cansados pero serenos, a sus familiares junto a los restos del adorado filántropo. Las tareas de los trabajadores de la fundación no hacen más que aumentar. En las oficinas el ritmo de llegada de mensajes de apoyo y visitas es tan frenético como la velocidad con la que las mujeres pelan patatas detrás de la cocina, para alimentar a los miles de congregados. Desde la fundación también se distribuye agua a los visitantes para ayudarles a aliviar el calor. Es ejemplar la atención de los trabajadores a la muchedumbre, que se inquieta al llegar a las cercanías de la capilla ardiente con los restos de su padre .

Desde el viernes, varias pantallas colocadas en el exterior transmiten las imágenes recogidas por una webcam ubicada en el interior del velatorio. En la sala, las escenas de cariño que se profesan el pueblo y la familia son incesantes y de una fuerza indescriptible. Anna Perry, la viuda, respaldada por toda la familia Ferrer, no para de recibir y dar consuelo a cuantos se le acercan. Su entereza a lo largo de estas dos interminables jornadas no ha decaído ni un instante. Durante el día, muchos momentos han puesto la piel de gallina a los presentes, en especial la aparición de una clase de niñas con varias minusvalías, que han cantado una canción en la lengua local a los pies del féretro donde descansa Ferrer.

Las visitas que recibe la fundación no paran. Durante toda la temporada, la organización aloja a los grupos de españoles que viajan a Anantapur para conocer los proyectos o a niños que tienen apadrinados. La mayoría de ellos han vivido unas jornadas inolvidables por su casual presencia en el lugar donde transcurrieron los momentos finales del fundador. La familia compartió hasta el final, con unas 15 personas, trabajadores y visitantes, los últimos instantes del cooperante. Las actividades de la organización humanitaria han sido interrumpidas hasta después del funeral. Unicamente los hospitales siguen con servicios mínimos o los que ya estaban programados. Se estima que al entierro, el próximo lunes en la localidad de Barathapalli, asistirán entre 200.000 y 300.000 personas. Será un acontecimiento histórico.