La Guardia Civil dio con el laboratorio en el primero de los 12 registros de la operación Extinde, el pasado 24 de enero. Y los resultados de este golpe al narcotráfico de marihuana en Alicante incrementaron la alerta por la alta concentración del psicotrópico THC (Tetrahidrocannabinol) que se está hallando en el cannabis de venta en España. Desde el 2017, una creciente proporción de plantas incautadas llegan al 30% de esta sustancia. Es el oro del negocio, el componente que hace viajar al fumador, hasta cinco veces más presente que en la marihuana mayoritaria en las calles hace 10 años.

En una casa de lujo de Alicante, los guardias requisaron mesas de laboratorio, potentes lupas, ramas de marihuana colgadas, aparatos para análisis químico, decenas de libros sobre cultivo e hibridación y blocs en los que los narcos anotaban cómo subían el THC y disminuían el olor de sus plantas. Los inquilinos, ahora en la prisión de Fontcalent, no eran botánicos; ni tampoco hippies de los años 70, sino una versión dura de marihuanero del siglo XXI: exmilitares polacos liderados por su comandante, Sebastián Przybylski, hooligans del KS Cracovia, rapados, musculados y tatuados como sus congéneres de extrema derecha, con antecedentes por narcotráfico y violencia en campos de fútbol.

EFECTOS LISÉRGICOS / Los análisis de la marihuana intervenida ratificarán el hallazgo policial: esta banda, que exportaba al Reino Unido, había elegido España como base de experimentación para obtener una droga de efectos, más que sedantes, lisérgicos.

El cannabis salvaje presenta un 5% de ese componente. Si en los años 70 la marihuana de venta callejera tenía un 5% de THC, ahora dos tercios tiene entre el cinco y el 15%, y la marihuana fuerte, con más del 15% de THC, ocupa ya un 36% de cuota de mercado, según el Instituto Nacional de Toxicología (INT).

Sus cifras van dos años por detrás de la realidad en la calle. La media de la marihuana incautada en grandes golpes del 2019 a plantaciones en Almería -el mayor, la operación Acantha, en julio- ya evidenciaba una presencia importante de cogollos con hasta un 38% de THC.

Según el INT, en 2017 el 34,5% de la marihuana interceptada en operaciones judicializadas tenía del 15% al 25% de THC. En el 2019 esa marihuana ocupaba el 39%, aseveran fuentes de la Guardia Civil sobre la media de incautaciones en el sur de España entre mayo y diciembre pasados.

A 5,4 EUROS EL GRAMO / Alcanzó un récord la droga incautada en septiembre del 2018 en un edificio de la Sareb, la tenedora pública de activos inmobiliarios naufragados. Según la investigación de la fiscalía, los narcos convirtieron tres bajos, dos niveles de tres pisos cada uno y un ático en Viator (Almería) en plantación vertical. Y con hasta un 40% de THC a 5,4 euros por gramo.

«En 10 años veremos en los consumidores jóvenes de hoy el efecto de las semillas potenciadas -avisa el capitán de la Guardia Civil José María Zaldive, que ha mandado operaciones contra plantaciones-. Disminución del funcionamiento intelectual...»

Tres especies potentes reinaban en el mercado ilegal: Blueberry, Black Widow y Northern Ligth. Las tres se están viendo desplazadas por la Cookie Kush y la Gelatto. Los plantadores las prefieren por su mucho THC (del 19% al 28%) y su gran peso por metro cuadrado.

UN FENÓMENO, TRES RAZONES / En Barcelona, Nuria Calzada, coordinadora de Energy Control, de la oenegé Bienestar y Desarrollo, el más experto observatorio privado de drogas en España, confirma: «Ahora, en mercados como el de Colorado o el de California [EEUU] hay cannabis con hasta un 30% de THC». Y le ve tres razones al fenómeno: «Se aumenta la potencia porque hay demanda clara. También por una creencia falsa de que, a más THC y más potencia, más placer. Lo dudo. ¿Más alcohol es más placer? ¿Da más placer una copa de alcohol de 70 grados que una cerveza?»

La segunda razón que apunta Calzada es la selección genética de ciertas variedades que llevan a cabo los cultivadores. Y, además: «En Estados Unidos, varios estados han regulado el acceso al cannabis, pero con un modelo neoliberal, sin límites, y la industria está lanzando productos de alta concentración».

Para Calzada, y dependiendo de la frecuencia con que se tome, «parece comprobado que mayores concentraciones de THC inducen a un consumo más compulsivo. Y un consumo compulsivo tiene que ver con brotes psicóticos pasajeros». Lo corrobora Alberto Borobia, farmacólogo clínico del Hospital La Paz de Madrid: «A mayor consumo, mayor dependencia. El THC estimula la liberación del neurotransmisor dopamina, clave del mecanismo cerebral de recompensa. A más dopamina, más recompensa, y por tanto más necesidad de consumo». En definitiva, más adicción.

COGOLLOS ENRIQUECIDOS / Pero la preocupación por los cogollos enriquecidos no es más que parte de la nueva inquietud en torno a la marihuana: «El negocio está ya en otra pantalla -explica el cultivador uruguayo Ivan Lerman-. Las plantas llegan a un tope muy lejos de los lápices». Se refiere a pipetas vapeables de destilados de THC de hasta el 55%.