La marihuana que se consume es mucho más nociva que la de hace 15 años, ya que contiene una concentración tres veces mayor de tetrahidrocannabinoides (THC), el principio activo de la planta.

Si en la década de los 80 y de los 90 los porros de maría contenían un 2% de THC, actualmente, según Nora Volkow, directora del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EEUU, el porcentaje es "cómo mínimo" del 6%, y en algunos casos puede alcanzar el 18%. El incremento de principio activo, que eleva el precio de venta de la marihuana, ha disparado el número de urgencias médicas asociadas, especialmente, a brotes psicóticos. Arritmias, estados de pánico y trastornos mentales son algunos de los efectos de esta sustancia, que además se agudizan entre los adolescentes, un sector especialmente vulnerable a sufrir estas secuelas ya que el cerebro humano no termina de formarse hasta los 21 años y, por lo tanto, es menos capaz de controlar las emociones.

El gran número de consumidores de sustancias estupefacientes como el cannabis o la cocaína pone en duda la eficacia de las campañas antidroga, sobre todo las dirigidas a adolescentes.