El marinero del Playa de Bakio Jaime Candamil ha asegurado que el secuestro del barco en Somalia "ha sido un infierno" y que, pese a que no sufrieron agresiones, fue "muy duro" y llegaron a temer por su vida. Ha reclamado que varios países se unan para proteger a los pescadores de la zona y conseguir que no vuelvan a secuestrar. "Ojalá este sea el último barco que cojan", ha dicho.Candamil, de 52 años y con dos hijos, estará "de momento" dos meses en casa antes de volver a faenar en el Playa de Bakio, que pertenece a la empresa con la que lleva trabajando 20 años. El marinero ha reconocido "no estar bien aún", se ha emocionado en varias ocasiones al recordar situaciones de tensión y ha declarado que estar en el camarote "era un infierno".Aunque los atacantes no eran muy corpulentos y algunos de ellos menores de edad, "metían un ruido que te ponía enfermo", ha dicho. Candamil ha relatado que el Playa de Bakio estaba parado a unas 250 millas de la costa de Somalia cuando, sobre las 20.00 horas del 20 de abril, llegó una lancha con "piratas" cuando la tripulación se encontraba cenando.Se entendían por señasLos maquinistas intentaron arrancar el motor pero a los responsables del puente "no les dio tiempo a subir" porque los secuestradores ya estaban abordando el barco, en el que reventaron una granada. Los 26 tripulantes del atunero vasco fueron trasladados a la cubierta para que los "piratas" comprobaran cuantos eran. Les amenazaron con que, si había alguno más, "les cortaban el cuello".Candamil ha explicado que con los secuestradores se entendían "por señas porque su inglés era muy malo" y que les quitaron fueron los teléfonos móviles. Los primeros días "la cosa fue bastante tranquila", ha explicado, hasta que los secuestradores fueron relevados un grupo "más agresivo", que empezó "a pegar patadas" y a registrar para hacerse con dinero, ropa y objetos de los marineros.El marinero ha apuntado que por el barco "pasó mucha gente" para negociar y que no hubo problema con la comida. Los marineros debían preparar la comida de sus secuestradores, que "eran bastante desconfiados" y les hacían "probar todo primero". Los somalíes propinaban golpes a las puertas y gritaban y continuamente hacían ruidos que les producían miedo.Juntos en los camarotesLos piratas les dejaron estar juntos en los camarotes y acceder a la cubierta, lo que supuso un desahogo para los más afectados por la tensión y pudieron en todo momento escuchar la radio. En cuanto a la liberación, ha señalado que fue "muy tensa" ya que pasaron varias horas desde que los piratas les comunicaron que les iban a soltar hasta que lo hicieron.Candamil ha afirmado que, gracias a las lanchas y el helicóptero de la fragata, no volvieron a ser atacados por otros piratas y ha subrayado que el interés de los piratas "era el dinero y nuestras pertenencias". Según el marinero, se trata de "grupos muy organizados" que estaban armados con "lanzagranadas, fusiles y granadas de mano".El marinero vasco ya se enfrentó a un incidente similar en 2005, aunque no fueron abordados porque el barco estaba en marcha. Candamil ha reclamado que se unan varios países y que "de las 200 millas para afuera pongan fragatas para que se pueda pescar", ya que a los "piratas" somalíes no les importa la distancia que tengan que avanzar para abordar a los barcos.