Más de 40 vuelos de pruebas realizados en las últimas jornadas por las principales compañías aéreas europeas no han encontrado prácticamente ninguna traza de cenizas en los motores, los cristales, la carrocería o las zonas grasas de los aparatos, según ha explicado hoy al mediodía el director de Transportes de la Unión Europea (UE), Matthias Ruete.

Las compañías aéreas, que están acumulando pérdidas multimillonarias por el cierre del espacio aéreo europeo por quinto día consecutivo, consideran que las autoridades nacionales europeas están pecando de un exceso de celo, como ya ocurrió recientemente con la gripe A y anteriormente con la gripe aviar.

Los más de 40 vuelos de prueba sin pasajeros efectuados por las compañías Lufthansa, KLM, Air France, Austrian Airlines y Swiss Air, entre otras, no han detectado un nivel apreciable de cenizas volcánicas. "Prácticamente no han encontrado rastro de las cenizas volcánicas en sus vuelos", precisó Matthias Ruete. Solo un caza-bombardero F16 de la OTAN ha detectado hasta ahora el impacto de la ceniza en sus motores tras un vuelo.

La Comisión Europea ya reconoció ayer que el cierre del espacio aéreo fue decidido por las autoridades nacionales de cada país en base a un modelo matemático de probabilidades, creado por el Centro de Cenizas Volcánicas de Londres, pero que está elaborado a partir de asunciones matemáticas sin datos empíricos.

DATOS DESCONOCIDOS

"No sabemos cual es la densidad de la nube de cenizas actual. No sabemos cual debe ser la densidad de las cenizas para que pueda afectar a los motores", admitió Ruete. También se desconoce hasta que altura pueden caer las cenizas volcánicas, pero se sabe que por encima de los 10.700 metros de altitud no hay ninguna posibilidad de que haya cenizas, añadió Ruete.

El cierre del espacio aéreo se basó en las orientaciones generales aprobadas por los estados europeos y que se aplican por primera vez ahora en el caso de una erupción volcánica. El modelo de funcionamiento europeo, con la decisión de las autoridades nacionales de abrir o cerrar los espacios aéreos, es diferente del modelo norteamericano. En EEUU, en el caso de una erupción volcánica como la actual, la Administración formula una serie de recomendaciones y son las propias compañías aéreas quienes toman las decisiones de modificar sus rutas o cancelar sus vuelos.