Existe en Marruecos un negocio alrededor de la inmigración ilegal con el que se enriquecen las mafias que no tienen escrúpulos para traficar con la desesperación de las personas. Solo la semana pasada, 27 inmigrantes alcanzaron las costas de Melilla en embarcaciones. Los precios han subido los últimos días. Conseguir plaza en una de esas lanchas con motor fuera borda cuesta hasta 1.500 euros, según han declarado los propios inmigrantes recién llegados a la Guardia Civil. Por entrar por la frontera escondidos en un vehículo con doble fondo pueden llegar a pagar hasta 2.500 euros.

¿De dónde sacan el dinero? Los investigadores reconocen que hay jóvenes subsaharianos que, una vez en Marruecos, se prostituyen hasta conseguir la cantidad que les reclaman las mafias. Otros obtienen esa fortuna de familiares que ya tienen viviendo en Europa. En cualquier caso, logran el dinero y lo pagan a unos traficantes que han encarecido los precios tras conocerse que España dificultaba el acceso con la instalación de nuevas alambradas con cuchillas.

En los últimos dos veranos, la Guardia Civil interceptó la llegada de inmigrantes a bordo de embarcaciones neumáticas prácticamente de juguete que en un principio compraban entre varios hombres. Hasta que las mafias marroquís vieron que también podían hacer negocio.

Durante los meses de buen tiempo, estos traficantes compran todas las existencias de estas embarcaciones de los principales centros comerciales de Nador y Farhana para revenderlas a los subsaharianos que se atreven a entrar con esos juguetes al mar. Y así con todo.

Mientras tanto, los que han logrado cruzar, residen por un tiempo indefinido en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. Un recinto abierto al que solo regresan para comer, cenar y dormir. El resto del día, deambulan por la ciudad buscándose como pueden la vida.

Y cada vez es más difícil. En una ciudad con 84.000 habitantes, la presencia de mil personas en situación irregular se hace notar. Los recién llegados se adaptan en las tertulias que los veteranos lideran bajo el puente que existe a las afueras del CETI. Los que ya llevan más tiempo en Melilla intentan ganarse la vida haciendo chapuzas. Muchos ya tienen sitio fijo en la plaza de España, donde controlan los estacionamientos o limpian coches a cambio de unas monedas.