Faltaban 168 horas para el reparto cuando Deyaniry Feliz, ama de casa de 24 años, pisó un carril bici de Fuenlabrada (Madrid) y se dijo "yo de aquí no me muevo". Eran las ocho de la mañana del pasado domingo y la inscripción no se celebará hasta el sábado siguiente, pero lo que estaba en juego era demasiado importante para andarse con tardanzas o comodidades: 2.100 pisos en municipios del sur de Madrid y el norte de Toledo a precio casi de coste --120.000 euros los de protección oficial y 168.000 los de renta libre-- para las 2.100 primeros jóvenes de entre 18 y 35 años que se presentaran el día del reparto en la asociación de vecinos de José Moreno.

El pocero y promotor inmobiliario, de Granja de Torrehermosa (Badajoz), se ha ganado el apodo de Robin Hood del ladrillo porque su forma de edificar, basada en un margen de beneficio de apenas el 3%, deja en evidencia al sistema inmobiliario. Como siempre con sus cooperativas, el primero que llega consigue el piso, así que tras la madrugadora Feliz, que tiene el número uno y podrá elegir la vivienda que quiera, llegó otro interesado, otro y otro hasta llegar a los más de mil jóvenes que en estos momentos acampan en una avenida de Fuenlabrada.

Allí estarán hasta el sábado. No importa que Moreno aún no haya conseguido el terreno y que la entrega de las llaves pueda demorarse años. Estos son de los pocos pisos accesibles para una profesora de una modesta academia de danza, un celador de un hospital y un operario de palés, profesiones representadas en esta microsociedad de jóvenes sedientos de piso.

"Todo esto es vejatorio, pero es la única forma de conseguir un piso a buen precio. Yo a este hombre lo conozco desde hace muchos años y sé que trabaja muy bien", dijo Mercedes Matallanas, que estaba en la cola en representación de su hijo, de 26 años y situado en el puesto 81 de la lista, quien es "como mucho, mileurista".

Pese a que ha trabajado en otras ocasiones con idéntico método, Moreno decía ser ayer un hombre "triste". Hace más de una década levantó 72 viviendas; pocos años después, 170 inmuebles, y en el 2007, en su operación más ambiciosa, fueron 402 pisos, pero en esas ocasiones todo se desarrolló de forma mucho más sosegada. Los interesados, como mucho, se presentaban en el lugar del reparto con uno o dos días de antelación, pero ahora Moreno es un tipo famoso y la penosa situación financiera motiva que sus servicios estén más requeridos que nunca. "¿Tú sabes cómo me he sentido esta mañana al levantarme y ver todo esto? --preguntó el promotor señalando la acampada inmobiliaria, que no cuenta con ningún servicio--. Se te cae el mundo encima. Es indigno, pero no puedo hacer otra cosa".

INTENTO DE SOBORNO Mientras tomaba un café en la asociación de vecinos, Moreno contó que a su hijo le habían intentado sobornar. Le ofrecieron 500 euros para que, sin pagar el peaje de varios días a la intemperie, apuntara su nombre en un lugar alto de la lista. Agitado por la imagen de cientos y cientos de jóvenes sentados en la calle a la espera de un piso, el hijo, Jorge, llegó al local. "Aquí se puede montar un buen lío. Tengo miedo", dijo. "Lo que yo siento es impotencia", le contestó Moreno. "Yo tengo miedo por ti, que eres mi padre. Nunca había visto nada parecido". "Saldrá bien. Como siempre", concluyó el promotor extremeño.