Como si estuvieran junto a la torre de Pisa, pero en pleno centro financiero de Madrid. Mientras los bomberos trabajaban sin descanso, muchos madrileños han aprovechado los dos últimos días para hacerse una foto de recuerdo con una sonrisa de oreja a oreja y poses más o menos ocurrentes. Hasta algunos miembros del servicio de emergencias cayeron en la tentación. Todos querían pegar en su álbum una foto con la torre Windsor ardiendo.

Las que se hicieron el sábado por la noche resultaron espectaculares por la altura de las llamas. Pero las de ayer no se quedaron atrás porque lo soleado del día permitió apreciar los restos del edificio achicharrado y la enorme columna de humo negro. La escena más surrealista la protagonizaron los que simulaban sujetar la torre con la mano y decían a sus amigos: "¿Me haces una foto de recuerdo?" Pero también los hubo que posaron con la pierna en alto para que pareciera que la sostenían. No todos querían una prueba de que estuvieron allí. Algunos, como Juan Molina y Luis Yaguar, sólo buscaban tranquilizar a sus familiares: "Es para enviarla a Ecuador, para que no se asusten y vean que estamos bien".

Los que no tenían móviles con objetivo o cámaras digitales se conformaron con verlo bien con unos prismáticos. Se convirtió en la distracción dominical. Familias al completo caminaban ayer por las calzadas centrales de la Castellana --cortadas al tráfico-- para ver el espectáculo. No sólo bajaron los vecinos de la zona. Juan y Amparo, un matrimonio de Vallecas, estuvieron viendo el incendio por televisión hasta bien entrada la madrugada. Ayer por la mañana se levantaron pronto para acercarse hasta el centro. "Así lo vemos en directo, que es mejor".

Folios a medio quemar

Lo que convirtió el incendio del Windsor en un espectáculo fascinante fue saber que la torre estaba desierta y nadie corría peligro. El sábado, la gente se sentó en los escalones de la plaza de Pablo Picasso, con el cubata en vaso de plástico mientras repetían "¡Qué fuerte!, como el 11-S", "Parecen las fallas" o "Igual que la película de ´El coloso en llamas".

Unos jóvenes que celebraban una despedida de soltero en una discoteca contemplaron el incendio hasta que se aburrieron y volvieron a la fiesta. Pero salieron otra vez: "Es que a lo mejor se derrumba y no queremos perdérnoslo".

Otro de los pasatiempos fue hacerse con alguno de los folios medio quemados que salían de las oficinas del rascacielos y flotaban en el aire. Podían encontrarse trozos de papel medio chamuscados a varias manzanas de distancia del siniestro.

La gente contempló el incendio casi en silencio, sólo interrumpido por las sirenas de los bomberos y el ruido de los helicópteros. Sólo se oyó un gran estruendo cuando cayeron trozos de la fachada del edificio. Como una película a cámara lenta. Primero se pudo ver cómo oscilaban las planchas en el aire durante varios minutos y luego se desprendían provocando grandes chispazos y un ruido muy parecido al de las cataratas.