Sentencia después de más de un cuarto de siglo. Sentencia injusta a todas luces por lo leve y porque uno de los responsables, probablemente el máximo, está huído. Me estoy refiriendo a la tragedia de Bhopal, la mayor catástrofe química de la historia, que dejó miles de muertos y afectados en las chabolas de esta ciudad en el centro de la India. Hace unos meses se impusieron condenas a ocho empleados indios que por entonces trabajaban en la empresa estadounidense Union Carbide. Dos años de prisión y menos de dos mil euros a cada uno. Ya están en libertad bajo fianza. Ningún directivo de la empresa, incluido Warren Anderson , prófugo desde entonces, ha sido condenado. Tienen un proceso aparte. Todo sienta un precedente y abona un territorio para la impunidad de las grandes compañías multinacionales.

´Era medianoche en Bhopal´ es el título del libro de Dominique Lapierre y Javier Moro . Un relato escalofriante y un documento que quiso rescatar del olvido a las miles de víctimas. Todo apunta a que los gobiernos han sido corrompidos por la empresa, que incluso llegó a decir que nunca fue propietaria de la planta. Lo cierto es que se vertieron 42 toneladas de uno de los más mortales tóxicos: el isocianato de metilo. Hubo 15.000 muertos y 100.000 afectados. Sigue siendo medianoche. No sólo en Bhopal, sino en la conciencia de quienes no admiten ser autores de un homicidio a gran escala. El derrame de petróleo en el Golfo de México es otro ejemplo. Los de BP se irán de rositas, como siempre. Dicen que porque no hay muertos. Cuando no podamos alimentar ni a nuestros hijos por la degradación del planeta ya hablaremos de muertos. Refrán: Justicia, Dios la conserve; pero de ella nos preserve.