El deterioro del Papa dio ayer un nuevo paso. El Pontífice se asomó ayer desde la ventana de su despacho y bendijo a los que le aclamaban desde la plaza de San Pedro, pero cuando le colocaron delante un micrófono apenas consiguió susurrar un ininteligible "gracias". Inmediatamente después, en el dispensario instalado en sus apartamentos, le fue colocada una sonda nasogástrica para que pueda alimentarse.

A causa de las dificultades de deglución, agravadas por la rigidez de los músculos que le provoca el Parkinson, Juan Pablo II ha podido tragar desde hace dos semanas sólo alimentos líquidos y semilíquidos, insuficientes para su nutrición.

La intervención se realizó con anestesia local. Según el neurólogo Gianni Pezzoli, de la asociación italiana de Parkinson, la sonda temporal que se implantó al Papa suele preceder a la colocación de una permanente o PEG (gastronomía por endoscopia percutánea), un tubo de un centímetro de diámetro que se adhiere a la pared abdominal y permite el paso de los alimentos directamente al estómago.

La instalación de la sonda nasogástrica es un proceso desagradable, aunque no doloroso. Es un tubo, de plástico o silicona, que se introduce a través de las fosas nasales hasta alcanzar la entrada de la faringe, para dirigirse al estómago. Al atravesar la garganta, es habitual que provoque profundas náuseas. Es habitual que cause molestias o ulceraciones en el tubo digestivo.

LAS GARANTIAS A través de esa vía, no obstante, los médicos se aseguran de que el Papa recibe los nutrientes que necesita y que en las últimas semanas no podía ingerir a causa de los frecuentes espasmos faríngeos que le provoca el Parkinson. Esos espasmos, además, suponen un peligro de asfixia si coinciden con el momento en que se intenta tragar un alimento.

Pese a esta situación, el Vaticano se esforzó en quitar hierro a la preocupación por la salud de Wojtyla. Después de algunos días de ausencia, el portavoz Joaquín Navarro Valls explicó ayer que "el Santo Padre continúa su lenta y progresiva convalecencia" y que sigue "directamente las actividad de la Santa Sede y de la vida de la Iglesia".

De momento, todas las audiencias siguen suspendidas. El secretario del Papa y jefe de cuanto sucede en el Vaticano, el polaco Stanislaw Dziwisz, ha sido alejado del Pontífice porque ha cogido una gripe y un contagio podría resultar fatal.

En lo que se refiere al gobierno, el Vaticano empieza a reorganizarse para que los asuntos que llevaba el Papa pasen a manos del secretario de Estado.