Cansancio agudo, ansiedad, falta de apetito e insomnio son síntomas que empiezan a hacer mella en algunos médicos y enfermeros que trabajan indesmayables en los hospitales españoles desde que el pasado 31 de enero se confirmase en La Gomera el primer positivo de coronavirus en España.

El personal sanitario se resiste a darse por vencido en esta batalla, pero ya son varios los centros, como el Clínico San Carlos, los que preparan equipos de psiquiatras y psicólogos para ayudar a unas extenuadas plantillas que no han dejado de trabajar ante la de momento imparable propagación del virus.

De continuar así la situación, esos primeros síntomas de agotamiento podrían agravarse con un empeoramiento cognitivo, falta de memoria, dificultades de concentración, irritabilidad y episodios de llanto desconsolado, avisa el psiquiatra Sergio Oliveros, antes de remarcar que el cerebro necesita de un mínimo de dos horas de sueño para poder sobrevivir y funcionar correctamente.

EVITAR HEROISMOS

La ansiedad y el insomnio no son buenos consejeros para funcionar adecuadamente en una situación de emergencia como esta, advierte también el psiquiatra y neurólogo Alfonso Chinchilla, quien ruega a médicos y enfermeros que sean realistas ante la amenaza del coronavirus, eviten heroísmos engañosos, y fijen turnos de descanso obligatorio para evitar caer en el desánimo. Lo peor que podría pasar ahora es venirse abajo porque queda aún mucho por hacer, subraya este doctor con más de 50 años de experiencia.

Tanto Oliveros como Chinchilla insisten en la necesidad de descanso que tienen no solo médicos y enfermeros sino todo el personal sanitario que lucha doblando turnos contra esta epidemia. Que contraten a gente del MIR aunque no lo hayan aprobado para echar una mano, propone Oliveros.

La angustia entre los cuadros médicos se contagia, añade Chinchilla, si además los medios materiales con los que tratan de atender a miles de infectados son limitados. Los psiquiatras recomiendas además de horas de descanso obligatorias, una buena alimentación e hidratación para que no se produzcan crisis graves de ansiedad tras días y noches de trabajo intensivo.

Hablar con psicólogos, confesar las frustraciones y ser conscientes de que todos tenemos un límite es bueno, pero no la única solución para apoyar a los médicos, enfermeros y celadores ante esta situación nunca antes vista en la sanidad española, avisan los psiquiatras consultados.

Estar en planta con los pacientes es siempre una fuente de estrés porque los imprevistos pueden ser bruscos, prosigue Chinchilla, pero tener que hacerlo en la UCI y ver que algunos se mueren es desolador, asegura, sobre todo, ante una enfermedad de la que tan poco se sabe y ante la que nos sentimos impotentes.

El ver morir también afecta a los médicos, avisa este psiquiatra y neurólogo. No somos de piedra, corrobora Sergio Oliveros, que tras más de 30 años de ejercicio profesional descarta que una vez vencido al virus, el personal sanitario vaya a padecer un cuadro de estrés postraumático. Eso sí, muchos tardarán meses en olvidar las situaciones extremas que están viviendo, concluye.