Si las personas que sufren una infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida, fueran conscientes de su contagio minutos u horas después de sufrirlo, tal vez podrían alcanzar la misma situación en que se encuentra una niña de Misisipí (EEUU), de 2 años y medio, que nació infectada, fue tratada con antirretrovirales a las 30 horas de vida y ahora se encuentra en situación de "curación funcional", según anunciaron ayer sus médicos en la conferencia internacional sobre retrovirus y sida que se celebra en Atlanta (Georgia, EEUU).

Su sangre no ha erradicado el VIH, pero contiene una bajísima carga vírica que no se multiplica a pesar de estar sin tratamiento desde hace 18 meses. De forma habitual, el VIH se replica en millones de copias si no se le frena a diario con fármacos.

"La situación de esta niña muestra la necesidad de tratar a los infectados por el VIH de forma precoz", afirmó la doctora Deborah Persaud, de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), que atiende a la pequeña.

Otros 11 pacientes adultos, tratados en Francia, se encuentran, desde hace seis años, en la misma situación que la niña de Misisipí, gracias al tratamiento intensivo que recibieron horas después de sufrir el contagio, una infección que percibieron de forma casual. Al igual que la niña, el grupo francés, conocido como los pacientes Visconti, no han vuelto a recibir fármacos aunque tampoco han eliminado el VIH, informó la Agencia Nacional Francesa de Investigación sobre Sida.

DURANTE EL EMBARAZO La sangre de la niña de Misisipí habría erradicado el VIH y estaría realmente curada si su madre, que sufre la infección del sida pero dijo desconocerlo, hubiera recibido tratamiento antirretroviral durante el embarazo. Por esa vía se evita desde 1995 que las mujeres portadoras del virus transmitan la enfermedad a sus hijos.

Una vez los médicos que atendieron el parto de la niña detectaron que su madre estaba infectada por el VIH, analizaron la sangre del bebé y detectaron que ya contenía 20.000 copias del virus por mililitro de plasma. Con este dato dedujeron que la niña se había infectado durante su gestación y no en el momento del parto. Entonces decidieron tratarla durante un mes con una combinación de tres potentes antirretrovirales. Cuando la niña cumplió un mes, su carga de VIH ya era ínfima y así siguió hasta que su madre dejó de llevarla al hospital, al cumplir 18 meses. Un año después, madre e hija regresaron al hospital y los médicos comprobaron que, aunque la pequeña no ha vuelto a tomar fármacos, su cifra de VIH sigue siendo muy baja, casi indetectable. Y así sigue.

RIESGO DE REBROTE La situación de la paciente americana fue recibida ayer con entusiasmo por los grupos de investigadores que preparan una vacuna terapéutica dirigida a reducir la carga de VIH de las personas infectadas con el objetivo de que puedan permanecer indefinidamente sin recibir fármacos.

Uno de esos grupos es el de HIVACAT, en el que participan los hospitales Clínic de Barcelona y Germans Trias i Pujol, Can Ruti, de Badalona. "El proceso que ha seguido la sangre de la niña de Misisipí es el mismo que intentamos reproducir con nuestra vacuna terapéutica, y su reacción nos demuestra que funciona", afirmó ayer Josep María Gatell, del Clínic, que participa en el congreso de Atlanta. "No podemos descartar --advirtió, no obstante, Gatell-- que tanto los pacientes Visconti como la pequeña de EEUU puedan sufrir un rebrote del VIH dentro de meses o años, al sufrir cualquier bajada inmunológica brusca".

El momento idóneo para que los infectados por el VIH inicien un tratamiento antirretroviral es motivo de controversia entre los investigadores desde hace años. Unos consideran que la toxicidad de esos fármacos, y el hecho de que se deben tomar de por vida, aconseja que el tratamiento se retrase el máximo posible. Otros, actualmente predominantes, consideran que lo conveniente es tratar a los infectados desde el mismo momento en que son conscientes de que sufren la infección del VIH. Haciéndolo así, explican, el virus no tiene tiempo de replicarse en subgrupos que mutarán de forma independiente, y el sistema inmunitario de los afectados no se llega a destruir de forma difícil de recuperar.