Una cirugía cardiaca diminuta, realizada a un feto de 26 semanas cuando estaba en el vientre de su madre, ha salvado la vida a David, que ahora tiene seis meses, a quien diagnosticaron una obstrucción completa de la válvula aórtica cuando estaba en su etapa de gestación. La estenosis le impedía el desarrollo del ventrículo izquierdo del corazón, una anomalía que, de no haber sido eliminada en la etapa fetal, difícilmente hubiera permitido al niño sobrevivir al parto.

La operación fue realizada en el Hospital de Sant Joan de Déu, de Esplugues, con la colaboración de un equipo de cirujanos fetales del Hospital Clínic, coordinado por Eduard Gratacós, introductor de la cirugía fetal en España.

El niño nació con una cardiopatía que no le impide mantener una vida normal, explicó ayer el cardiólogo Carlos Mortera, del Sant Joan de Déu. "Hemos rescatado un corazón prácticamente perdido, que hubiera nacido con un ventrículo izquierdo casi inservible convirtiendo al niño en un enfermo muy grave", aseguró José Caffarena, director del área del corazón en dicho centro. "Operar a un feto es como emplear instrumental quirúrgico dentro de una piscina", describió Gratacós. Las intervenciones fetales exigen mucha más rapidez que cuando se opera a un adulto, explicaron. Se trata de permanecer el mínimo tiempo posible dentro del vientre materno, para evitar hemorragias y conseguir que el medio ambiente intrauterino se altere lo menos posible. "Hay que entrar rápido y salir sin que el feto se haya dado cuenta de que estuvimos ahí", dijo el cirujano Josep María Martínez, del Clínic.

BIEN COLOCADO La operación de David se inició anestesiando al feto y colocando el cuerpo en una posición idónea, lo más estabilizada posible dentro del ambiente acuoso en que crecía. Todo lo que ocurría en el útero fue observado por ecografía desde el exterior, sin introducir luces y cámaras.