Escribir sobre Kim Dotcom y preguntarse qué ha hecho uno con su vida es todo uno. La biografía del fundador de Megaupload --el servicio para compartir archivos--, algo así como el Sauron de la piratería, está surcada por mansiones, coches de lujo, modelos y la clase de acontecimientos que uno espera ver en una película de James Bond, no en la vida de un businessman de internet.

Dotcom, antes conocido como Kim Schmitz (y luego Kimble, y Kim Tim Jim Vestor), es noticia estos días por el lanzamiento, a las 18.48 horas del sábado 19, de Mega, el servicio sucesor de Megaupload. Se presenta como una versión más limpia y legal del precedente --por ejemplo, no se podrá hacer búsqueda de archivos y el dueño de estos elegirá con quién los comparte--, pero la industria del entretenimiento no deja de ver con malos ojos las estrategias de Dotcom. Mega ofrecerá gratis nada menos que 50GB en la nube. Y Hollywood, entre otros muchos focos damnificados, duda que ese espacio vaya a estar ocupado solo por archivos personales como fotografías de vacaciones y trabajos del instituto, etcétera.

Historia y fantasía

Las dudas son lógicas. Al fin y al cabo, Kim Dotcom (nacido en Kiel, Alemania, en 1974) no saltó a la fama en los 90 como benefactor de la causa del arte, sino como portentoso pirata informático adolescente. Fue gracias a su fama en este sentido como inició carrera en la ciberseguridad. En 1992, los medios empezaron a hacerse eco del personaje. En diciembre de aquel año, un artículo de Forbes sobre hackers tuvo como estrella a Schmitz, quien alardeó de una serie de hitos --la creación de un teléfono imposible de pinchar, por ejemplo-- todavía por confirmar.

Entre sus triunfos figura el fraude con tarjetas de crédito, la creación de un sistema para cargar y descargar software pirateado... Pero su fama fraudulenta le sirvió para obtener un contrato para Data Protect con la aerolínea Lufthansa (señaló una aparente vulnerabilidad). Y el resto, como suele decirse, es historia. Y fantasía. Megafantasía. Coches caros, delirios de grandeza. Como Kimble, Special Agent, una película en Flash con un álter ego de dibujos animados asaltando la casa de Bill Gates en un Megacar que, poco después, hizo realidad. La secuela de imagen real fue Kimble goes Monaco, especie de road movie sobre un viaje a Mónaco, con Gates en la sombra. En el 2001, el Telegraph llamó a Schmitz "la pesadilla del publicista y el sueño del periodista".

Fue ese año cuando invirtió en la web (en realidad, de capa caída) LetsBuyIt.com para hacer un uso flagrante de la información privilegiada. Temiendo por su vida, en el 2002 se mudó a Tailandia, desde donde fue deportado a Alemania. Su nueva residencia sería Hong Kong, donde fundó en el 2005 Megaupload, el servicio que le haría más famoso y que el FBI intervino en enero del 2012 después de las repetidas quejas de la industria del espectáculo. Dotcom fue arrestado y después liberado bajo fianza en su nueva residencia neozelandesa.

Pero Kim Dotcom no aprende, y vuelve a hacer negocios. O mejor dicho, quizá aprende de sus aventuras --las que hemos contado solo son la punta del iceberg-- para elaborar mejor el siguiente proyecto. El éxito de Mega, ese servicio que se promete "más grande, mejor, más rápido, más fuerte, más seguro", ha sido fulminante. Hasta el punto de convertirse en una pequeña losa para el magnate Doctom. La web --para la que 250.000 personas se registraron solo en las dos primeras horas-- ha tenido problemas para asimilar el éxito, el flujo de datos. El martes, su dueño pedía disculpas en Twitter por el "pobre servicio" y afirmaba que la culpa de todo la había tenido la fiesta de lanzamiento, que de tan apabullante disparó las expectativas.

¿Lección aprendida? "Nada de eventos lujoso para Megabox". Sí, en seis meses la familia Mega tendrá descendiente: Megabox, competidor de iTunes y Spotify que, atención, dice que dará a los artistas el 90% de las ventas. No, Dotcom no se acaba nunca. Para el mal dormir de publicistas, y los sueños húmedos de periodistas.