Los políticos con cara redonda, ojos grandes, nariz pequeña, frente despejada, barbilla pequeña y otras características faciales vinculadas popularmente a la infancia, incluso a los bebés, tienen muchas menos posibilidades de ganar unas elecciones porque los votantes los consideran menos competentes, según pone de relieve un estudio psicológico que publica hoy la revista estadounidense Science .

Los autores del trabajo, encabezados por Alexander Todorov, de la Universidad de Princeton, entrevistaron a 843 mujeres y varones, les mostraron fotos de candidatos reales y a partir de sus respuestas fueron capaces de acertar quién ganaría las elecciones en el 70% de los casos. Los investigadores analizaron decenas de duelos al Senado de EEUU y a la Cámara de Representantes en los años 2000, 2002 y 2004, aunque descartaron algunos casos por considerar que alguno de los candidatos partía con demasiada ventaja, como Hillary Clinton en Nueva York, Joe Liberman en Conneticut o John Kerry en Massachusetts.

La clave para vencer es parecer competente o capaz --más que inteligente, simpático o con liderazgo--, pese a que no está muy claro qué características confieren a una persona un aspecto competente. Quizá lo único indudable son los rasgos maduros y duros (la edad avanzada y la fealdad no son un obstáculo, ni mucho menos). Independientemente del sexo y la pertenencia étnica, para ganar unas elecciones no se puede tener cara aniñada, subraya en un comentario al artículo Leslie Zebrowitz (Universidad de Brandeis).

Con demasiada frecuencia damos por sentado que los adultos con facciones infantiles son ingenuos, sumisos y débiles", añade. Sin embargo, subraya que varios estudios han demostrado que los hombres con cara infantil son, por lo general, más inteligentes, educados y decididos. Ser demasiado atractivo es otro handicap curioso en unas elecciones, subraya Science.

Según indica Zebrowitz, la investigación en el campo de las impresiones faciales, además de las políticas, tiene grandes implicaciones comerciales y sociales.