Querido Miguel:

Se me hace muy difícil despedir a un amigo para siempre. Se amontonan en mi mente multitud de recuerdos, sobre todo esas horas eternas contigo. Siempre tuve claro que más que, estar en el bar, lo que te apetecía era compartir caraba con tus amigos. ¡Qué gran discutidor eras! Te encantaba hablar, discutir, expresar tu opinión... Tus pasiones: el PSOE, el Madrid, tu alcalde y amigo Quico Monterroso...

Fuiste también un gran maestro, un apasionado de la enseñanza. No te gustaba eso de ser profesor, sino maestro, porque eso era lo que mejor sabías hacer. Dejaste una profunda huella allí donde desarrollaste tu magisterio, y en tu corazón siempre estuvieron aquellos lugares que te marcaron para toda la vida.

En Aldeacentenera pasaste los mejores años de tu vida. Allí fuiste director de sus escuelas, concejal; allí crecieron tus hijos y allí hiciste grandes amigos. ¡Con qué pasión hablabas de tu pueblo adoptivo, de Aldea, como tú la llamabas!

En Montánchez encostraste a Agustina, tu mujer, una gran señora, prudente, siempre a tu lado y sin hacer ruido. En Malpartida desarrollaste también tu definitiva etapa en la enseñanza. Allí, junto con Isidro y el resto de compañeros, continuaste con una impecable labor de magisterio. En Cáceres vivías. En tu barrio hiciste amigos por todos sus rincones y se te apreciaba de verdad, Miguel, porque hablando y discutiendo con todos, te hiciste querer.

Valdefuentes era tu pueblo. Allí naciste y allí te apetecía regresar tanto que llegaste a tener tu propia casa. ¡Qué poco has disfrutado de ella, Miguel! ¡Con qué ilusión hablabas de ella, porque por fin tenías tu propia casa para pasar tus momentos de ocio en tu pueblo!

Fuiste un gran padre, un buen marido, un buen hijo y buen hermano. No te preocupes, Miguel, que tu mujer y tus hijos saldrán para adelante. Estoy seguro de que van a ser fuertes y que van a honrar siempre tu memoria.

Me gustaría escribir mucho y bueno sobre ti, pero se me hace un nudo tremendo en la garganta, se me empieza a nublar la vista, Miguel, y no puedo, compañero, amigo de tus amigos. En nombre de todos ellos, hasta siempre y gracias por tu amistad.

Manuel Rubio Donaire .

Valdefuentes .