La premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú destacó ayer en Palma de Mallorca la necesidad de que los gobiernos europeos "tomen conciencia del racismo que padecen los inmigrantes" y les reclamó que "actúen contra ese fenómeno perverso con mucho vigor" porque de lo contrario se corre el riesgo "de que se consolide esa discriminación como una ideología".

Esta militante de derechos humanos hizo este llamamiento durante la conferencia La inmigración: una realidad social , convocada por la Fundación Iberostar y a la que asistieron, entre otros, el presidente de Baleares, Jaume Matas. La premio Nobel de la Paz de 1992, que ha consagrado su vida a la defensa de los derechos de los indígenas y a la denuncia del genocidio en Guatemala, expresó su profunda preocupación por la situación de rechazo y exclusión en que viven muchos inmigrantes.

Menchú reclamó a las autoridades "una apuesta fuerte por la sociedad multicultural" y alertó de cómo las actuales políticas migratorias "están generando una pobreza moral en los funcionarios, policías y aduaneros a los que sólo se les exige que detecten y expulsen a los inmigrantes". "Los inmigrantes tienen la mala fortuna de no ser bananos", dijo Menchú con ironía, "pues las frutas llegan sin problemas y a ellos se les ponen todo tipo de trabas".

La premio Nobel definió la inmigración "como el sueño desenfrenado de buscar un mundo mejor; un mundo virtual encarnado por EEUU o Europa y dejar atrás las penalidades de su mundo real".

No obstante, llamó la atención ante la desintegración familiar que está generando la migración en los países de origen.