Después de su triunfo en Madrid el pasado martes, el diestro extremeño Alejandro Talavante (silencio y vuelta al ruedo) no pudo repetir la gesta de salir por la Puerta Grande de la madrileña plaza de las Ventas donde ayer toreó junto a Sebastián Castella y José María Manzanares. Pero sí hizo la faena de más mérito, por las exigencias que tuvo su sexto toro, un manso que buscó pronto la querencia. Allí en tablas tanta disposición, entrega y seguridad del torero dieron sus frutos: una tanda ligadísima al natural, y otra, fueron el acabose. En las manoletinas finales, un volteretón sin efectos.

Montó la espada aprovechando la impresión de congoja en el tendido. Pero no hubo suerte. Y la oreja más que segura, y ésta sí que hubiera sido de verdad, se esfumó.