Lo que no se logró en silencio, en una desesperada lucha de año y medio contra el lento molino burocrático, se consiguió al final en apenas seis horas, poco después de destapar en público, en los medios de comunicación, el caso kafkiano de haber perdido un permiso de residencia por una letra mal escrita en un apellido. Eso le pasó a Marcia Gabriela Gasca, una mexicana residente en Barcelona y casada con un español, que acaba de obtener su permiso permanente de una manera igual de "increíble", como ella dice, que el proceso que sufrió en los últimos años.

Gasca ya sonríe, en su piso de propiedad en la Zona Franca. El pasado 9 de julio denunció, junto con los abogados del Col.lectiu Ronda, su caso. En resumen: en noviembre del 2002 se casó con Josep Lluís Romera Raja, a quien, el día de su nacimiento, un funcionario del Registro Civil de Cádiz le colocó el erróneo segundo apellido de Rafa.

El hombre jamás tuvo problemas por ello, hizo siempre todos los trámites como Romera Raja, apellido que figura también en su DNI. Pero el Registro Civil de Vilassar de Dalt (Maresme), al que presentó su errónea partida de nacimiento, volvió a escribir Rafa el día de la boda. Dos meses más tarde, Gasca pidió el permiso de residencia en regimen comunitaro, por estar casada con un español, y lo obtuvo.

Cinco años después, al caducar el documento, comenzó el calvario. Este vez, un funcionario de la Oficina de Extranjería de la Subdelegación del Gobierno en Barcelona decidió no concederle el permiso permanente, que ya le correspondía, por el error en el segundo apellido de su marido. Le dieron 10 días para subsanar el fallo, lo que resultó imposible, y desde entonces la mexicana residía de manera ilegal en España. "Pueden expulsarla", dijo su abogado, Sergi Santacana.

MUCHA PRISA Ya no. "Poco después de salir en la prensa, nos llamaron de la Subdelegación del Gobierno. Me dijeron que podían darme el permiso permanente, pero que la jefa se iba de vacaciones y tenían prisa".

Para conseguir el documento, primero tuvieron que ir a Cádiz, al Registro Civil, donde su marido logró subsanar definitivamente el error en el apellido. De vuelta a Barcelona, ya en agosto, fueron a la Subdelegación. "Solo hacía falta entregarles una solicitud escrita a mano. ¡Con todo lo que me había costado antes, ahora bastaba ese papelito! Lo entregamos a las diez de la mañana y a las dos de la tarde nos llamaron. Ya estaba hecho, dice Gasca."Lo celebramos con la familia. Fue un alivio muy grande para mí", añade. "No es solo que toparte continuamente con un muro burocrático agote, es que afecta a tu vida diaria. El caso me arrastraba ya tanto tiempo, con el miedo de que al final me expulsaran, que había perdido toda la energía". H