LA DESESPERACION cundió ayer entre el millón de tabasqueños afectados por las riadas, ante la falta de agua potable, alimentos y medicinas tras una semana de inundaciones y aislamiento. Muchos sobrevivían en las zonas altas a base de plátanos verdes, mientras algunos asaltaron los camiones que llevaban ayuda a la capital, Villahermosa. También aquí, la desorganización complicaba el reparto de la solidaridad acumulada y se sucedían los pillajes, pequeñas guerras por el agua y protestas. El presidente mexicano, Felipe Calderón, clamó que Tabasco necesita "la ayuda del mundo". La policía detuvo a medio centenar de personas que vaciaron grandes comercios en medio de una notable presencia de militares.