Diana López-Pinel ya manifestó su nerviosismo a su llegada a los juzgados de Santiago, donde arremetió contra su exmarido y contra su abogado, por no permitirle «acceder al sumario del caso». Más tarde, frente al asesino de su hija Diana, José Enrique Abuín, que evitó en todo momento el contacto visual con ella y con el padre de la víctima, la mujer se rompió cuando la fiscal le preguntó si Diana era «frágil»: «Mi hija era un ángel», recordó entre lágrimas, antes de recomponerse para decir al acusado: «Su asesino lo sabe bien. ¿Verdad, chiquilín?». Las llamadas de atención del presidente de la sala, que amenazó con expulsarla, detuvieron a la mujer que, al finalizar la sesión, se acercó a Abuín y le gritó: «Mírame, mírame», ante la sorpresa de una funcionaria judicial que la apartó sin que el Chicle levantara la cabeza. Más sereno, pero abatido, Juan Carlos Quer también se dirigió al asesino de su hija Diana para espetarle: «Este señor no ha generado una víctima, sino cuatro». El padre de la joven no se saca una imagen de la cabeza: «Mi hija era absolutamente vulnerable. La noche en que este individuo la asesinó, la visualizo como si fuera un cervatillo indefenso».