Una masa de fans histéricos recibió ayer a Michael Jackson a la entrada del lujoso Hotel Adlon de Berlín para comprobar si su nariz seguía en su sitio, tras las fotos difundidas los últimos días en las que llevaba una tirita que parecía ocultar graves daños.

La nariz lucía ayer de lo más sana. Y su dueño, más extrovertido que nunca, sin mascarilla ni guantes, se dejó tocar y empujar (foto inferior, a la derecha) por un centenar de admiradores. Con consecuencia de ello, un hombre de 73 años resultó herido al salir de una tienda del hotel y ser arrollado por la turba.

Ya en su habitación, Jackson, que viaja con sus tres hijos, sacó a uno de ellos, de apenas 1 año, al balcón para que los fans lo vieran. Antes tuvo la excentricidad de taparle la cara con un trapo (foto vertical). Luego tiró un pañuelo por el que los congregados se pelearon, y se asomó al balcón, tapándose la cara con la cortina (foto superior, a la derecha), para proclamar por señas su amor a los fans .

El cantante, que esta semana debía testificar en un juicio en California por haber anulado dos conciertos en la Nochevieja de 1999, pidió un permiso para acudir a la capital alemana a recibir el premio Bambi a toda su carrera, otorgado por la editorial Burda.