TYto diría que hay dos tipos de libros bien diferenciados. En un grupo están aquellos que guían al lector hacia territorios desconocidos, y en el otro, los que, al contrario, vienen a profundizar en temas que a este le resultan recurrentes porque han estado dando vueltas en su cabeza durante mucho tiempo. En mi caso, ejemplo de este segundo grupo sería El miedo a la libertad , de Erich Fromm , quizá el libro más imprescindible de cuantos he leído. Ya desde el título su autor me emplazaba para mantener un diálogo sobre algo que me intriga desde la infancia: el miedo patológico de ser humano a ser libre, un miedo que le hace --son palabras mías, no de Fromm-- preferir equivocarse en grupo que acertar en solitario. Es de comprender que cuando encontré ese libro en las baldas en una librería de viejo no dudara en hacerme con él. Allí estaban bien ordenados todos los elementos que durante tantos años me habían servido para estudiar --a mi manera, torpe y deslavazada-- la condición humana.

La obra de Fromm muestra los mecanismos por los cuales el ciudadano moderno entrega, en la mayoría de los casos de manera voluntaria, cuotas de libertad y pensamiento a terceras personas: la Iglesia, un partido político, un grupo mediático, la familia, el cónyuge, los medios de comunicación, los deportes de masa, etcétera.

Yo diría que hay dos tipos de personas bien diferenciadas: las que buscan la libertad y las que aplican mecanismos para desembarazarse de ella. No creo que ninguno de los dos pueda alardear de ser libres sin faltar a la verdad, pero los primeros al menos pueden mantener la cabeza alta por haberlo intentado.