El diestro extremeño Miguel Angel Perera reapareció en México tras superar una lesión de columna de la que fue operado el pasado 6 de septiembre, y que le había mantenido apartado de los ruedos. En la Monumental Plaza México cortó el pasado domingo una oreja y perdió la puerta grande por fallar con la espada en el otro, en la segunda corrida de la temporada 2010-2011.

Perera era consciente de que volver en México era una apuesta fuerte: "He querido que sea así. Tenía esa fecha en mi cabeza y aunque nos han ofrecido cosas antes, que incluso me habrían venido bien para ir más rodado, he preferido volver allí. Me gusta y me motiva la importancia de esa plaza y esa afición", señala en su página oficial de internet.

Para ello se ha preparado intensamente en el campo en las últimas semanas.

En el festejo de su reaparición en la capital mexicana le acompañaron los diestros locales Manolo Mejía y José Mauricio, que tuvieron destellos pero se fueron de vacío.

Con un tercio de entrada, unos 12.000 espectadores, se lidiaron siete toros de Los Encinos, el séptimo de regalo, bien presentados, pero no pudieron con los kilos y les faltó movilidad, aunque mostraron buena clase.

Mejía estuvo voluntarioso toda la tarde; torero con el primero de su lote, en una faena medida dadas las condiciones de la res y lo mató de estocada desprendida para ser aplaudido. Con el cuarto, también falto de movilidad, su esfuerzo no fue valorado y mató de magnífica estocada y hubo división de opiniones.

Perera se mostró decidido, valiente, con mucho sitio, inmejorable técnica y cuajó dos faenas que siempre fue de menos a más y que hizo que el público se le entregara sin reservas. Al segundo lo mató de pinchazo hondo y descabello para cortar una oreja.

El torero extremeño estuvo mejor aún en el quinto. Lo entendió a la perfección dándole su sitio, espacio y lapsos de reposo hasta construir una faena importante e interesante. Una pena que pinchó dos veces antes de la estocada. Vuelta al ruedo con mucha fuerza y el reconocimiento del público. Su banderillero Juan Sierra bregó estupendamente.

José Mauricio nunca desmayó en deseos y ganas, pero tiene poco rodaje. Al tercero le hizo cosas aceptables sin romper e igualmente en el sexto que se vino a menos. Regaló un séptimo, que de salida saltó al callejón, con el susto a los aficionados de primera fila y mermó sus facultades. Tuvo sus mejores momentos lucidos mientras el toro no se vino a menos y el público lo estimuló con aplausos. Saludaron montera en mano los subalternos mexicanos Christian Sánchez, en el tercero, y Gustavo Campos, en el séptimo, al banderillear con mucha exposición.