El invierno suele ser de una rigurosa crudeza en la provincia argentina de San Juan. Para saber el impacto sobre los ríos en cada temporada, el departamento de Hidráulica suele medir la acumulación de nieve en los Andes. La semana pasada, el helicóptero hizo el último paso por las inmediaciones de un refugio conocido como Ingeniero Sardina, a casi 2.500 metros de altura, que suele ser utilizado por andinistas expertos. Al entrar en él, por azar, se encontraron con un hombre en estado de deshidratación avanzada, 20 kilos menos y parte de su masa muscular perdida. Raúl Fernando Gómez Cincunegui tiene 58 años y es uruguayo. En su país trabaja como empleado público y fontanero. Había intentado cruzar a pie desde la Quinta Región de Chile hasta Barreal, en San Juan, a mediados de mayo. Desde entonces no se sabía nada de él.

"Cuando llegó al Hospital Rawson le pregunté si era creyente, y me dijo que no, pero ahora sí. Y la verdad, todo fue un milagro", dijo el gobernador sanjuanino, José Luis Gioja. El fontanero venció a la muerte porque encontró azúcar y pasas de uva en el refugio cordillerano, que suelen dejarse ante posibles contingencias. Pero, al parecer, las provisiones se acabaron pronto. Aprendió a usar una trampa para ratas que había allí. "Ha comido ratones, y un búho. Está lúcido, pero se ha deteriorado bastante", dijo el jefe de guardia del hospital, Leonardo Gutiérrez.

Gómez tiene pasión por las motos. En abril asistió en Mendoza (Argentina) a un encuentro de amantes de las Harley Davidson. Desde allí cruzó a Santiago, separada de Mendoza por la cordillera, para visitar a familiares de su esposa. "Se me ha averiado la moto", hizo saber a su familia a principios de mayo. El día 11 de ese mes volvió a telefonear para avisar de que cruzaría la cordillera a pie. "¿Caminando?", le preguntó, desconcertada, su esposa. "Sí, caminando", respondió. La Interpol comenzó a buscarlo en junio, pero las nevadas dificultaron los rastrillajes. El azar lo trajo de vuelta hacia los suyos. Cuando llegó al Hospital Rawson había perdido la noción del tiempo. Al comunicarse con su esposa, no pudo contener el llanto.

"Hay algo raro"

El caso del fontanero uruguayo hizo recordar otra historia mayor, protagonizada, en las alturas y el frío, por compatriotas. El 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya cayó en el centro de los Andes. A bordo iban 45 personas, la mayoría integrantes de un equipo de rugbi amateur. Solo 16 sobrevivieron 72 días, en condiciones que aún hoy erizan.

Gutiérrez, el médico que le asistió, creyó que a medida que el paciente se recuperara ofrecería detalles de su extravío. Solo dijo que dos nevadas lo sacaron del camino. Después explicó lo de la trampa para ratas. Y muy poco más. "Hay algo raro pero él no cuenta", dijo el doctor a una radio de Buenos Aires. Según la web de la radio BioBioChile, el fontanero había sido acusado en ese país de abusar sexualmente del hijo de su cuñada. Otras fuentes sostienen que se trató de un delito menor, pero que en todo caso la fiscalía le prohibió abandonar territorio chileno. Gómez, siempre según esa versión, resolvió entonces cruzar la cordillera por un paso sin control policial y solo conocido por muy pocos. Lo hizo sin la ropa adecuada. Y así lo hallaron.