Miles de fieles desafiaron el temporal de nieve para llenar la catedral del Buen Pastor en San Sebastián, donde José Ignacio Munilla fue nombrado obispo de la diócesis. La nieve obligó a muchos incondicionales de Munilla a volver a sus casas cuando estaban a medio camino, aunque visto que el templo estaba abarrotado es difícil pensar dónde se hubieran metido. Gracias a la importante llegada de fieles de fuera de Euskadi, sobre todo de Palencia (anterior destino de Munilla) la iglesia albergó a cientos de personas más que en la despedida del obispo Juan María Uriarte.

El nuevo prelado dio la razón a quienes creían que su estilo sencillo y amable sería su mejor arma para intentar ganarse a sus fieles, visto el rechazo que despierta en el 80% del clero guipuzcoano por su ideología conservadora. Optó por presentarse "pobre y humilde", y dijo que la misión que le ha sido encomendada es "ser instrumento de Dios; nada más, y nada menos".

Ante la polémica que suscitó su nombramiento, había mucho interés por analizar la representación eclesial e institucional. Aunque estaba prevista la presencia de 44 obispos, una cifra similar a la del nombramiento de Juan María Uriarte, el mal tiempo propició que finalmente fueran únicamente 30 los prelados presentes. Desde Lleida, Huesca, Logroño y León, por citar unos ejemplos, la delegación diocesal vio imposible llegar a la cita.

Tampoco estuvo presente el obispo emérito de San Sebastián, José María Setién, que ordenó en ese mismo templo sacerdote a Munilla en 1986. En el capítulo de ausencias también destacó la del PNV, partido que se ha mostrado muy crítico con el nombramiento de Munilla. En cambio, no hubo plante de los párrocos guipuzcoanos, que acudieron sin apenas bajas. La representación del Partido Popular se dejó ver, con la presidenta del Parlamento vasco, Arantxa Quiroga, y el secretario general del PP del País Vasco, Carmelo Barrio. Cerca de ellos se encontraba el alcalde de Zumárraga (Gui- púzcoa), el socialista Mikel Serrano, localidad donde fue párroco Munilla durante 16 años.

OVACION DE LOS DEVOTOS Tras recibir la mitra y el báculo de manos del Nuncio Renzo Fratini, la multitud prorrumpió en una ovación de casi 10 minutos, que el propio Munilla interrumpió para asegurar que aceptaba el gesto "porque son aplausos para Dios". Tras la ceremonia eclesiástica, el besamanos se prolongó durante más de una hora y media, con cientos de fieles que se acercaron a saludar al nuevo obispo. Munilla agradeció a los donostiarras su buena acogida, aunque señaló que le resultaba "un tanto desproporcionada", y la calificó de "sobredimensionada por las circunstancias".

Las únicas incidencias reseñables fueron los seis desmayos que se registraron entre el público, que se agolpaba sin dejar resquicios por todo el templo, dificultando el trabajo de las asistencias médicas. La Ertzaintza envió una pequeña dotación, suficiente para controlar la concentración de gais, lesbianas y transexuales que se reunieron en el exterior del templo bajo el lema "Vuestro cielo es nuestro infierno". Los manifestantes corearon lemas como "Más Ellacuría, ningún Munilla", "Si los obispos parieran, el aborto sería sacramento", y "Vuestro no al condón provoca más sida".