Los transeúntes que ayer paseaban por Santiago tuvieron la oportunidad de comprobar lo chocante que resulta verse manchado por una sustancia negra. La plataforma repartió octavillas que, al recogerse, dejaban a Nunca Máis las manos manchadas de tinta. "Es una manera rotunda de recordar la tragedia del Prestige : que la gente sienta en sus dedos lo que Galicia sintió en sus costas", comentó el diseñador Sebastián Alós, uno de los responsables de la iniciativa. El mensaje de estas hojas incidía en que dos años después, el Prestige sigue manchando y la catástrofe sigue teniendo consecuencias.

Ayer se cumplían ya dos años de la crisis desencadenada por el petrolero griego y muchas de las reivindicaciones que entonces se hicieron hoy continúan siendo un proyecto y no una realidad. Nunca Máis organizó una manifestación que, si bien no fue tan numerosa como en otras ocasiones, desbordó las previsiones y se convirtió en algo más que un eco de aquella que el 2 de diciembre de 2002 movilizó a cientos de miles de gallegos. BNG y PSOE estuvieron presentes, aunque éste último con la significativa ausencia de su líder. El PP no envió a nadie.