Las redes que comercian con vidas humanas están empleando cada vez más atención al lucrativo negocio del tráfico de niños. Cada año, 1,2 millones de menores caen en manos de bandas organizadas, según un informe hecho público ayer por Unicef en Londres.

Los delincuentes utilizan a sus víctimas como esclavos sexuales, traficantes de drogas, mano de obra no remunerada o cebo para fraudes y robos. "El tráfico de menores es un problema global que afecta a todos los países, a todas partes del mundo", señala el trabajo, titulado Fin de la explotación de los niños.

Europa se ha convertido en el principal escenario de este mercado, que proporciona anualmente unos beneficios de 8.500 millones de euros (casi un billón y medio de pesetas). Unicef estima que al menos medio millón de mujeres y niñas son introducidas cada año en Europa procedentes de los países del Este y unos 200.00 niños llegan al continente desde Africa Occidental.

VIOLACIONES Y VUDU

Los cautivos son obligados a someterse a las peores vejaciones, con los métodos más brutales. Las bandas albanesas se valen de palizas, violaciones y amenazas contra familiares, para que los menores obedezcan y no escapen. Los africanos emplean el vudú contra quien intente rebelarse.

"No se puede imaginar nada peor que ser forzado o engañado a dejar tu familia, para ir a un país extranjero, donde cada día sufres abusos, palizas y eres vendido en el comercio sexual", afirmó David Bull, director ejecutivo de Unicef en el Reino Unido. Bull confirmó que, cada año, miles de niños son introducidos ilegalmente en las islas británicas.

Uno de ellos, según sospecha la policía, fue el pequeño nigeriano descuartizado, seguramente en un ritual de magia negra, cuyo torso apareció flotando en el Támesis, y es que el Reino Unido es especialmente vulnerable.